La candidata oficialista Carrie Lam será la nueva jefa del Gobierno local en Hong Kong
Gracias al respaldo del régimen chino, obtiene 777 de los 1.194 votos del comité electoral que designa al jefe ejecutivo de la ciudad, batiendo al aspirante favorito del público, John Tsang
Los candidatos John Tsang Chun-wah (izquierda), Carrie Lam Yuet-ngor (centro) y Woo Kwok-hing (derecha)
PABLO M. DÍEZ - PabloDiez_ABC Corresponsal En Pekín
26/03/2017 09:37h - Actualizado: 26/03/2017 16:27h.
Tal y como se preveía, la candidata oficialista Carrie Lam ha ganado este domingo las elecciones a jefe del Gobierno local de Hong Kong, la antigua colonia británica que fue devuelta a China hace ya dos décadas. Apoyada por el autoritario régimen de Pekín, Lam ha obtenido 777 de los 1.194 votos del comité electoral que designa al jefe ejecutivo de esta ciudad, que disfruta de mayores libertades que el resto de China.
Sin embargo, su máximo responsable político no es elegido mediante sufragio universal, como pedían las multitudinarias manifestaciones de la “Revuelta de los Paraguas” en el otoño de 2014, sino por este comité que, en teoría, representa a todos los estratos sociales de Hong Kong. En la práctica, la mayoría de sus miembros son empresarios o profesionales que tienen evidentes intereses con el régimen chino, que controla en la sombra esta votación para que el ganador sea de su cuerda. A sus 59 años, de los que se ha pasado 36 trabajando en la Administración de Hong Kong, Carrie Lam encaja perfectamente en ese perfil porque fue la número dos del jefe ejecutivo saliente, CY Leung.
De hecho, Lam no era la favorita del público entre los tres candidatos que concurrían a estas elecciones. A tenor de todos los sondeos, el más popular era el antiguo secretario de Finanzas John Tsang, quien solo ha obtenido 365 votos. De ellos, 325 proceden de los miembros abiertamente pro-democráticos del comité que piden sufragio universal en Hong Kong.
Por su parte, el tercer aspirante en liza, el juez retirado Woo Kwok-hing no logró más que 21 votos, mientras que otros cuatro fueron declarados inválidos.
Con su aplastante victoria, Carrie Lam se convierte en la primera mujer que dirige el Gobierno local de Hong Kong, una pujante ciudad con 7,3 millones de habitantes que es desde hace décadas uno de los centros financieros y comerciales del mundo. A pesar de su opulencia, como reflejan sus 1.200 rascacielos, este antiguo enclave británico vive fuertes tensiones políticas y sociales por el control cada vez mayor del régimen chino.
Cuando están a punto de cumplirse 20 años de la devolución a Pekín, que se conmemora el 1 de julio, la sociedad hongkonesa, y en especial los jóvenes, se quejan de una progresiva pérdida de la semiautonomía que el régimen les prometió bajo la fórmula de “un país, dos sistemas”. Así quedó de manifiesto en las masivas protestas que, durante 79 días, sacaron a cientos de miles de personas a las calles en el otoño de 2014, que fueron capitaneadas por líderes estudiantiles como el precoz Joshua Wong. Erigido a sus 20 años en la figura más combativa del activismo democrático en Hong Kong, Wong se ha manifestado este domingo contra estos comicios a jefe ejecutivo, que ha definido como “una selección más que una elección”, según informa la BBC.
«Una pesadilla»
“Nadie negará que Carrie Lam es la peor candidata y una pesadilla para nosotros, pero eso no significa que podamos dejar a un lado nuestros principios para apoyar a otro candidato que también está a favor de China”, criticó Joshua Wong a los tres aspirantes en declaraciones a la agencia France Presse.
Tres años después de la “Revolución de las Paraguas” y del movimiento “Ocupar el Distrito Central”, sus manifestantes no han conseguido el sufragio universal ni la libre presentación de candidatos que pedían para los comicios a jefe ejecutivo de Hong Kong. Para satisfacer en parte sus demandas, el régimen chino estaba dispuesto a permitir el sufragio universal, pero eligiendo entre una terna de candidatos seleccionados por un comité afín a Pekín. Una condición rechazada por el movimiento pro-democrático en las negociaciones con el Gobierno local tras las protestas de 2014, que fueron dirigidas precisamente por Carrie Lam y no llegaron a ningún acuerdo.
Ahora, como nueva jefa ejecutiva, Lam tendrá que volver a lidiar de nuevo con estas aspiraciones democráticas, que han espoleado el nacionalismo y hasta el independentismo en Hong Kong como reacción al creciente autoritarismo de Pekín. De momento, solo 40 de los 70 diputados que conforman el Parlamento local son elegidos mediante sufragio universal, ya el resto consigue sus escaños a través de votaciones en circunscripciones gremiales que representan a diversos sectores económicos y profesionales de Hong Kong. Aunque esta ciudad tampoco tenía elecciones durante la época colonial británica, cuando la Reina nombraba a su gobernador, el sentimiento democrático se ha agudizado durante los últimos años gracias al activismo de los jóvenes. Olvidando el tradicional pragmatismo hongkonés, que siempre ha primado la economía y los negocios sobre sus reivindicaciones políticas, una nueva generación está liderando el movimiento pro-democrático para desesperación de los jerarcas del Partido Comunista en China.
Durante los próximos cinco años, Carrie Lam tendrá que servir de puente entre Hong Kong y Pekín, donde confían en ella para mantener la estabilidad. El 1 de julio, coincidiendo con la efeméride de la devolución a China, Lam relevará en el cargo a CY Leung, quien perdió su crédito por el estallido de la “Revolución de los Paraguas”. Para desligarse de su estela, la nueva jefa ejecutiva ha intentado mostrarse más conciliadora y cercana a la sociedad durante la campaña electoral. Pero un par de episodios ridículos, como no saber utilizar los tornos del metro, le han valido críticas por doquier junto a su alineamiento con el régimen chino, que ella misma ha reconocido que ha mermado su popularidad.
Apodada “La Luchadora” por los medios, Carrie Lam procede de una humilde familia que emigró de Shanghái a Hong Kong y es católica. Tras estudiar Sociología, entró muy joven a formar parte del activismo social y encarriló su carrera en la Administración, donde lleva toda su vida. Casada y con dos hijos, será la primera mujer en gobernar Hong Kong gracias a sus 777 votos en el comité electoral. Para ganarse a sus más de siete millones de habitantes, necesitará mucho más.
Fuente
Cómo y cuándo llegó Hong Kong a estar en poder de Reino Unido y por qué se lo devolvió a China hace 20 años
Gracias al respaldo del régimen chino, obtiene 777 de los 1.194 votos del comité electoral que designa al jefe ejecutivo de la ciudad, batiendo al aspirante favorito del público, John Tsang
Los candidatos John Tsang Chun-wah (izquierda), Carrie Lam Yuet-ngor (centro) y Woo Kwok-hing (derecha)
PABLO M. DÍEZ - PabloDiez_ABC Corresponsal En Pekín
26/03/2017 09:37h - Actualizado: 26/03/2017 16:27h.
Tal y como se preveía, la candidata oficialista Carrie Lam ha ganado este domingo las elecciones a jefe del Gobierno local de Hong Kong, la antigua colonia británica que fue devuelta a China hace ya dos décadas. Apoyada por el autoritario régimen de Pekín, Lam ha obtenido 777 de los 1.194 votos del comité electoral que designa al jefe ejecutivo de esta ciudad, que disfruta de mayores libertades que el resto de China.
Sin embargo, su máximo responsable político no es elegido mediante sufragio universal, como pedían las multitudinarias manifestaciones de la “Revuelta de los Paraguas” en el otoño de 2014, sino por este comité que, en teoría, representa a todos los estratos sociales de Hong Kong. En la práctica, la mayoría de sus miembros son empresarios o profesionales que tienen evidentes intereses con el régimen chino, que controla en la sombra esta votación para que el ganador sea de su cuerda. A sus 59 años, de los que se ha pasado 36 trabajando en la Administración de Hong Kong, Carrie Lam encaja perfectamente en ese perfil porque fue la número dos del jefe ejecutivo saliente, CY Leung.
De hecho, Lam no era la favorita del público entre los tres candidatos que concurrían a estas elecciones. A tenor de todos los sondeos, el más popular era el antiguo secretario de Finanzas John Tsang, quien solo ha obtenido 365 votos. De ellos, 325 proceden de los miembros abiertamente pro-democráticos del comité que piden sufragio universal en Hong Kong.
Por su parte, el tercer aspirante en liza, el juez retirado Woo Kwok-hing no logró más que 21 votos, mientras que otros cuatro fueron declarados inválidos.
Con su aplastante victoria, Carrie Lam se convierte en la primera mujer que dirige el Gobierno local de Hong Kong, una pujante ciudad con 7,3 millones de habitantes que es desde hace décadas uno de los centros financieros y comerciales del mundo. A pesar de su opulencia, como reflejan sus 1.200 rascacielos, este antiguo enclave británico vive fuertes tensiones políticas y sociales por el control cada vez mayor del régimen chino.
Cuando están a punto de cumplirse 20 años de la devolución a Pekín, que se conmemora el 1 de julio, la sociedad hongkonesa, y en especial los jóvenes, se quejan de una progresiva pérdida de la semiautonomía que el régimen les prometió bajo la fórmula de “un país, dos sistemas”. Así quedó de manifiesto en las masivas protestas que, durante 79 días, sacaron a cientos de miles de personas a las calles en el otoño de 2014, que fueron capitaneadas por líderes estudiantiles como el precoz Joshua Wong. Erigido a sus 20 años en la figura más combativa del activismo democrático en Hong Kong, Wong se ha manifestado este domingo contra estos comicios a jefe ejecutivo, que ha definido como “una selección más que una elección”, según informa la BBC.
«Una pesadilla»
“Nadie negará que Carrie Lam es la peor candidata y una pesadilla para nosotros, pero eso no significa que podamos dejar a un lado nuestros principios para apoyar a otro candidato que también está a favor de China”, criticó Joshua Wong a los tres aspirantes en declaraciones a la agencia France Presse.
Tres años después de la “Revolución de las Paraguas” y del movimiento “Ocupar el Distrito Central”, sus manifestantes no han conseguido el sufragio universal ni la libre presentación de candidatos que pedían para los comicios a jefe ejecutivo de Hong Kong. Para satisfacer en parte sus demandas, el régimen chino estaba dispuesto a permitir el sufragio universal, pero eligiendo entre una terna de candidatos seleccionados por un comité afín a Pekín. Una condición rechazada por el movimiento pro-democrático en las negociaciones con el Gobierno local tras las protestas de 2014, que fueron dirigidas precisamente por Carrie Lam y no llegaron a ningún acuerdo.
Ahora, como nueva jefa ejecutiva, Lam tendrá que volver a lidiar de nuevo con estas aspiraciones democráticas, que han espoleado el nacionalismo y hasta el independentismo en Hong Kong como reacción al creciente autoritarismo de Pekín. De momento, solo 40 de los 70 diputados que conforman el Parlamento local son elegidos mediante sufragio universal, ya el resto consigue sus escaños a través de votaciones en circunscripciones gremiales que representan a diversos sectores económicos y profesionales de Hong Kong. Aunque esta ciudad tampoco tenía elecciones durante la época colonial británica, cuando la Reina nombraba a su gobernador, el sentimiento democrático se ha agudizado durante los últimos años gracias al activismo de los jóvenes. Olvidando el tradicional pragmatismo hongkonés, que siempre ha primado la economía y los negocios sobre sus reivindicaciones políticas, una nueva generación está liderando el movimiento pro-democrático para desesperación de los jerarcas del Partido Comunista en China.
Durante los próximos cinco años, Carrie Lam tendrá que servir de puente entre Hong Kong y Pekín, donde confían en ella para mantener la estabilidad. El 1 de julio, coincidiendo con la efeméride de la devolución a China, Lam relevará en el cargo a CY Leung, quien perdió su crédito por el estallido de la “Revolución de los Paraguas”. Para desligarse de su estela, la nueva jefa ejecutiva ha intentado mostrarse más conciliadora y cercana a la sociedad durante la campaña electoral. Pero un par de episodios ridículos, como no saber utilizar los tornos del metro, le han valido críticas por doquier junto a su alineamiento con el régimen chino, que ella misma ha reconocido que ha mermado su popularidad.
Apodada “La Luchadora” por los medios, Carrie Lam procede de una humilde familia que emigró de Shanghái a Hong Kong y es católica. Tras estudiar Sociología, entró muy joven a formar parte del activismo social y encarriló su carrera en la Administración, donde lleva toda su vida. Casada y con dos hijos, será la primera mujer en gobernar Hong Kong gracias a sus 777 votos en el comité electoral. Para ganarse a sus más de siete millones de habitantes, necesitará mucho más.
Fuente
Cómo y cuándo llegó Hong Kong a estar en poder de Reino Unido y por qué se lo devolvió a China hace 20 años
Redacción
BBC Mundo
1 julio 2017
Después de más de 150 años de dominio británico, Hong Kong volvió a ser parte de China el 1º de julio de 1997.
Este 1º de julio se cumplieron 20 años desde que Reino Unido le devolvió Hong Kong a China. Pero en el territorio no todo son celebraciones.
"Yo no me siento particularmente conectado con China", le dice a la BBC Lai Chun-yin, quien también tiene 20 años.
"Amo Hong Kong y me siento hongkonés. Mi generación no tiene una buena impresión de China", explica.
Cómo todos los habitantes de esta Región Administrativa Especial de la República Popular China, el veinteañero ha crecido bajo un sistema político y económico muy diferente del que conocen sus compatriotas del continente.
Y, como de costumbre, el aniversario de la entrega ha reavivado las preocupaciones sobre el futuro de las concesiones negociadas con los británicos para garantizar la devolución del territorio que estos arrebataron por la fuerza hace más de 150 años.
Botín de guerra
Efectivamente, la anexión británica de la isla de Hong Kong se produjo al final de la Primera Guerra del Opio, en 1842, y es uno de los primeros ejemplos de lo que luego pasó a conocerse como "la Diplomacia de las cañoneras".
Para esa época, Reino Unido importaba casi todo su té de China, pero no conseguía que los habitantes del país asiático se interesaran en ninguna de las exportaciones británicas.
Hasta que la Compañía Británica de las Indias Orientales encontró un producto con el que equilibrar la desigual balanza comercial: el opio.
Xi Jinping está en Hong Kong para el 20 aniversario de la entrega.
La droga fue rápidamente prohibida por las autoridades chinas, por lo que los británicos recurrieron a contrabandistas.
Y cuando el emperador Daoguang se quejó de que este tráfico ilegal estaba causando millones de adictos, sus protestas simplemente fueron ignoradas.
En 1839, sin embargo, las autoridades chinas confiscaron unos 20.000 cofres con opio.
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Y Londres respondió enviando un pequeño ejército que en pocos años derrotó completamente a las fuerzas chinas y obligó a Pekín a firmar una paz humillante.
Entre las condiciones impuestas por el Tratado de Nanking figuraban el pago de 21 millones de dólares de plata en reparaciones y la apertura de varios de los puertos del país a todas las naves mercantes.
Y, sobre todo, la cesión a perpetuidad de la isla de Hong Kong, a la que los británicos luego le sumarían la vecina península de Kowloon en 1860.
Las "Guerras del Opio" fueron el primer ejemplo de la llamada "Diplomacia de las cañoneras".
Esta nueva concesión también fue arrancada por la fuerza, al final de la Segunda Guerra del Opio, con la que Reino Unido también obligó a China a permitir el comercio de la droga.
Y el actual territorio de Hong Kong quedó conformado en 1898, cuando China accedió al alquiler gratuito de los llamados Nuevos Territorios -y 235 islas aledañas- por un período de 99 años, que se vencía en 1997.
"Un país, dos sistemas"
Según la historiadora Diana Preston, el delegado británico que negoció la última cesión, Claude McDonald, eligió un período de 99 años porque pensaba que era "casi lo mismo que para siempre".
Pero la cada vez mayor importancia de los Nuevos Territorios -que conforman el 86% del territorio de Hong Kong y albergan a más de la mitad de la población- terminó volviendo impracticable la división de la colonia.
El último gobernador de Hong Kong, Chris Patten, recibe la bandera británica.
Para muchos, el arrío de la bandera británica de Hong Kong en julio de 1997 fue el último capítulo de la historia del imperio británico.
Y con una China cada vez más poderosa y decidida a revertir unos tratados que consideraba injustos, las conversaciones sobre una posible renovación del alquiler terminaron convirtiéndose en negociaciones sobre la devolución de todo Hong Kong.
Para 1982, cuando iniciaron las negociaciones, el territorio se había sin embargo convertido en uno de los principales centros financieros y comerciales del mundo.
Y su sistema político tampoco podía ser más diferente que el modelo comunista de la República Popular China, en donde impera un sistema de partido único desde 1949.
En reconocimiento de esas diferencias, China accedió a gobernar Hong Kong bajo el principio de "un país, dos sistemas", comprometiéndose a que el territorio disfrutaría de un "alto nivel de autonomía, excepto en defensa y relaciones exteriores" por los siguientes 50 años.
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Así, en la práctica, esta Región Administrativa Especial tiene su propio sistema legal, múltiples partidos políticos y derechos que incluyen la libertad de expresión y reunión.
Y la miniconstitución que consagra estos derechos, conocida como Ley Básica, establece claramente que "el objetivo final" es que el líder del territorio sea electo "por sufragio universal" y "de acuerdo con los procedimientos democráticos".
Un asunto de democracia
El derecho a elegir directamente al jefe ejecutivo -el cargo que con la devolución vino a sustituir al gobernador que antes era nombrado por Londres- ha sido objeto de una lucha de años en la vieja colonia.
Pero, hasta el momento, este todavía es electo por un comité de 1.200 miembros, en su mayoría considerados simpatizantes de Pekín.
Además, sólo la mitad de los miembros del Consejo Legislativo -el equivalente al parlamento local- son electos directamente, con la otra mitad siendo nombrados por grupos profesionales o intereses especiales.
Y cuando en 2014 el gobierno chino dijo que iba a permitir la elección directa del jefe ejecutivo, pero solo de entre una lista de candidatos debidamente pre-aprobados por Pekín, Hong Kong vivió protestas masivas.
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Además, muchos otros habitantes del territorio también ven con preocupación cómo China interviene cada vez más en otros aspectos de la política hongkonesa, por lo general en contra de su tradición más liberal.
Aunque tampoco faltan quienes quieren que el Partido Comunista de China tenga mayor influencia en los asuntos de la Región Administrativa Especial.
Hong Kong está dividido entre quienes quieren más influencia para Pekín y los que la temen.
Y estas divisiones se hacen particularmente evidentes durante el aniversario de la devolución, especialmente en la medida que se acerca 2047.
Efectivamente, a partir de esa fecha, China ya no estará obligada a mantener la autonomía acordada con Reino Unido para el traspaso.
Algunos creen que Hong Kong debería buscar la independencia, pero China no está dispuesta a considerar esa opción.
Lo que significa que las posibilidades incluyen desde una extensión del estatus especial a la pérdida completa de autonomía.
Y con una nueva generación cada vez más politizada, la mayoría de los observadores predicen una dura batalla política por el futuro de Hong Kong.
Veinte años del regreso de Hong Kong a la Madre Patria
ISMAEL ARANA Hong Kong
1 JUL. 2017 03:24
El presidente chino, Xi Jinping, este viernes, en el desfile militar de Hong Kong. AFP
Xi Jinping llega a un Hong Kong polarizado ante el 20 aniversario de la devolución de la ciudad a China
En la medianoche del 30 de junio de 1997, tras degustar un plato de curry y un ponche de ron en el Hotel Regent, las principales autoridades chinas y británicas asistieron al acto que cambiaría para siempre el rumbo de Hong Kong. Ante las cámaras de televisión y bajo un tremendo aguacero, el 'Dios salve a la reina' sonó por última vez mientras se arriaba la Union Jack para, acto seguido, izarse la bandera de la República Popular China al son de su himno nacional. Después de 156 años siendo una colonia, la ciudad volvía bajo la soberanía de la Madre Patria.Alegría, emoción o pesimismo son tan solo algunos de los epítetos con los que los hongkoneses describen su sentir de aquellos días. Durante los meses previos, hasta medio millón de ellos había solicitado un segundo pasaporte o emigrado por miedo a un Partido Comunista chino (PCCh) que ocho años antes había reprimido a sangre y fuego a los manifestantes de Tiananmen. Aun así, el resto de sus 6,5 millones de habitantes de entonces optaron por quedarse, confiando en que Pekín copiaría el modelo de Hong Kong para desarrollarse a su imagen y semejanza.Como garantía, contaban con el acuerdo rubricado en diciembre de 1984 -sin consultar a los hongkoneses- entre la entonces 'premier' británica, Margaret Thatcher, y el primer ministro chino, Zhao Ziyang. Conocido como el 'un país dos sistemas', esta fórmula garantizaba un mayor grado de autonomía para la Perla de Oriente y amplios derechos y libertades para sus ciudadanos durante 50 años, un tiempo en el que también se les prometió dotarles de un sistema democrático del que no había gozado bajo el mandato británico.Pero, aunque al principio la relación fue estable, una serie de decisiones tomadas por Pekín en los últimos años sugieren que el PCCh está tratando de incrementar el control sobre la urbe, lo que ha desatado los temores de la población local. "El 'un país dos sistemas' se está erosionando. A veces de manera sutil, otras mucho más directa, pero lo cierto es que China no lo está respetando y no va a sobrevivir mucho más tiempo", apunta Chan Kin-man, profesor de sociología y cofundador del movimiento Occupy Central, a EL MUNDO.En su despacho de la Universidad China de Hong Kong, Chan enumera la lista de agravios que justifican estos miedos: la negativa de Pekín a permitir el sufragio universal en la elección al jefe del Ejecutivo local, desencadenante del 'Movimiento de los Paraguas' en 2014; la desaparición de cinco libreros díscolos o la de un millonario para, después, reaparecer todos ellos en la China continental; y la descalificación de dos legisladores independentistas del Parlamento local previa intervención de Pekín. "Están asustando a la gente", asegura Chan, que tiene varias causas pendientes por su activismo. "Su mensaje es claro: si no haces lo que queremos, atente a las consecuencias".Sus críticas son compartidas por organizaciones como Amnistía Internacional, que en su último informe señaló que la situación de los derechos humanos en este territorio está alcanzando su peor nivel desde 1997, o por Reporteros sin Fronteras, que ha rebajado a Hong Kong en su calificación en el índice de libertad de prensa mundial del puesto 18º en 2002 al 73º que ocupa en la actualidad.El deterioro de la situación política, los problemas para acceder a una vivienda asequible, el escaso éxito del Movimiento de los Paraguas y una cierta sensación de superioridad cultural y económica sobre sus compatriotas del otro lado de la frontera ha provocado que parte de la población, sobre todo los jóvenes (hasta un 40%, según una encuesta de la UCHK), renieguen de la integración con China y pidan ahora más autonomía o la independencia. Estas posturas levantan ampollas en Pekín, que teme que el auge de esta corriente sirva de acicate y espejo para movimientos separatistas como los de Tíbet, Xinjiang o Taiwan.
Varios policías controlan a un grupo de manifestantes prodemocracia durante una manifestación en Hong Kong, este viernes. ROMAN PILIPEYEFE
"China está tratando de acabar con nuestras libertades mientras ignora nuestras necesidades", dice a este diario Stephanie Yiu, una estudiante de Ingeniería nacida hace dos décadas. "Nuestra cultura, nuestra lengua y nuestra forma de vida están en peligro. Quieren diluirnos y hacer de Hong Kong una ciudad similar a Shanghai o Shenzhen", asegura, un argumento repetido por muchos otros. Este discurso, recogido y amplificado por los partidos localistas surgidos al calor de las protestas de 2014, ha calado hasta tal punto que, en el último estudio de la Universidad de Hong Kong, tan solo un 3% de los jóvenes de entre 18 y 29 años se identificaba como "chino", la cifra más baja de la historia.Además de con la China continental, estas posturas también suponen una ruptura con generaciones anteriores, proclives a estar alejadas de la política mientras la economía prospere, y con los partidos pandemocráticos tradicionales, para los que su identidad china no está en cuestión aunque no compartan las decisiones de las autoridades comunistas.En medio de este ambiente crispado y unas medidas de seguridad sin precedentes, el presidente chino, Xi Jinping, aterrizó este jueves en una ciudad engalanada hasta la bandera para su visita, la primera desde que accedió al cargo en 2013. Nada más pisar suelo hongkonés, el líder comunista prometió trabajar para que el 'un país dos sistemas' se mantenga "estable y por un largo tiempo" y felicitó a las autoridades locales por su "compromiso" en la lucha contra las fuerzas independentistas.Durante su "gira de inspección" de tres días, Xi ha permanecido prácticamente aislado de la población, con las áreas más sensibles rodeadas de barricadas, la presencia de los descontentos restringida a zonas muy lejanas a su figura e incluso con la prohibición de exhibir carteles en la vía pública que puedan "avengorzarle", lo que ha sido calificado por algunos medios locales como una visita "al estilo Corea del Norte".Uno de los actos centrales de su periplo tuvo lugar ayer, cuando visitó a la guarnición del Ejército de Liberación Popular acantonado en Hong Kong y presidió el mayor desfile militar de tropas chinas en la región desde hace 20 años, donde normalmente mantienen un perfil bajo. Si para una parte de la población esta demostración de fuerza fue motivo de orgullo, otros muchos vieron en ella un mensaje velado de las autoridades chinas para tratar de intimidar a los movimientos prodemocráticos e independentistas. "El recado es claro: cuando todo lo demás falla, el ejército es el último recurso", apuntó Willy Lam, analista político de Hong Kong, a Ap.Poco antes de que Xi saludara en posición de firmes a sus soldados, varios de los rostros más prominentes del movimiento prodemocrático de la ciudad abandonaban la comisaría en la que habían estado retenidos desde el miércoles. Entre ellos se encontraba el veinteañero Joshua Wong, icono del 'Movimiento de los Paraguas' de 2014, o su amigo y parlamentario local Nathan Law.Ellos dos y otros 24 activistas protagonizaron una protesta contra la visita de Xi en el Monumento a la Bauhinia, la estatua dorada que en su día regaló el Gobierno central a Hong Kong para conmemorar su regreso. En ese simbólico lugar gritaron consignas a favor de la democracia y por la liberación del Nobel de la Paz chino Liu Xiaobo (enfermo de cáncer terminal) antes de ser arrestados por la Policía. Tras ser liberados, se sumaron a alguna de las numerosas protestas convocadas en diferentes partes de la ciudad contra la visita.Hoy, Xi presidirá la ceremonia del 20º aniversario a escasos metros de donde se desarrolló el 'Movimiento de los Paraguas', y dará un discurso del que se esperan pistas sobre el futuro de la ciudad rebelde. Horas más tarde, decenas de miles de personas tomarán las calles para mostrar su disconformidad. "China quiere que volvamos al pasado, cuando tan solo nos preocupábamos de la economía y servíamos como instrumento para su desarrollo", aseguró Chan. "Queremos decirle a Xi que no estamos contentos, que no le tenemos miedo y que queremos democracia", subrayó.
Día histórico: vuelve Hong Kong a China
LUNES 30 DE JUNIO DE 1997
HONG KONG. Finalmente llegó el día de la cita histórica: hoy, a la medianoche local (a las 13 en Buenos Aires), Hong Kong, la joya de la corona británica, regresará a la soberanía de la República Popular China, después de 156 años de colonialismo.
Para uno de los acontecimientos más importantes de este fin de siglo, testigos de excepción serán 4000 dignatarios nacionales y extranjeros, invitados a una gran cena de gala, además de los 8000 periodistas acreditados venidos de todo el mundo, 600 de la propia China continental, turistas y habitantes de esta metrópoli de más de 6 millones de habitantes.
El último reducto occidental en Asia, a excepción de Macao -que Portugal entregará a fines del 99-, pasará a manos de la China roja, poniendo punto final, como destacan las autoridades de Pekín, a un siglo y medio de "humillación", después de la derrota del Imperio del Centro en las Guerras del Opio.
"Entregamos una verdadera joya", declaró recientemente la ex primera ministra y dama de hierro, Margaret Thatcher -que no podía faltar para la ocasión-, artífice en 1984 con el recientemente desaparecido líder chino Deng Xiao-ping del acuerdo para la devolución de una superficie de apenas 1100 kilómetros cuadrados, donde funciona la séptima economía del mundo.
La colonia se integra a la República Popular de China a través de una fórmula hasta ahora inédita en los manuales de los politólogos, ideada por Deng de forma pragmática durante sus negociaciones con Thatcher: un país, dos sistemas.
El capitalismo continuará durante al menos otros 50 años en Hong Kong, y la nueva Región Administrativa Especial (SAR) tendrá un alto grado de autonomía si se excluyen Defensa y Relaciones Exteriores, conservando su propia moneda, su presupuesto fiscal y sus reservas. En vez de un gobernador, tendrá un jefe ejecutivo, el multimillonario naviero Tung Chee-hwa, una controvertida Legislatura Provisional y una magistratura asimismo autónoma.
Plan de festejos
A pocas horas de dejar de ser colonia británica, la gente de Hong Kong no parece demasiado preocupada por lo que vendrá y por el significado intrínseco de este traspaso de soberanía a China, un país de 1200 millones de habitantes y comunista.
Más bien vive la euforia de los grandes festejos que se han organizado aquí, celebraciones que por supuestos dejan miles de billetes en las arcas de hoteles, restaurantes y bares que tengan buena vista al puerto de Victoria, que esta noche se iluminará como nunca antes con fuegos artificiales que prometen ser espectaculares.
Los habitantes de menos presupuesto en cambio, mareas humanas equivalentes a unas 800.000 personas, se concentrarán a ambos lados del puerto, en los lugares al aire libre más privilegiados.
Los festejos oficiales comenzarán a media tarde de hoy con el Farewell Ceremony (ceremonia de despedida), que, como el resto, podrá verse en vivo y en directo por las pantallas de TV de las cadenas internacionales. Esta tendrá lugar en un sitio denominado East Tamar entre las 18.15 y las 19.30 locales (en Buenos Aires 7.15 y 8.30 de la mañana), donde La Nación estará presente.
Lágrimas de despedida
Allí el príncipe Carlos y el gobernador Chris Patten leerán un discurso de adiós que promete ser lacrimógeno, y al atardecer se arriarán las banderas del Reino Unido y de la colonia.
Pero no es todo: dragones, bailarines y tamborileros estarán entre las más de 2000 personas que actuarán en la ceremonia, que incluirá, entre otras cosas "very british", guardias de honor y bandas militares de las fuerzas británicas y un coro de 650 adultos y niños. Para dar una idea del tamaño de la ceremonia, trascendió que para su iluminación fueron necesarios 15 kilómetros de cables.
Más tarde, los invitados ilustres, entre los que estarán los máximos líderes chinos, el presidente Jiang Zemin y el primer ministro Li Peng, Tony Blair, Madeleine Albright, Kofi Annan y Margaret Thatcher, participarán de un banquete de gala en el flamante Centro de Convenciones y Exhibiciones de Wan Chai.
Ahí mismo, en el Grand Hall, a las 23.30 (12.30 del mediodía en Buenos Aires) comenzará la ceremonia más importante de todas: la Handover Ceremony, es decir la ceremonia oficial de traspaso de soberanía, donde La Nación será el único medio argentino presente. (Como no había lugar para los 8000 periodistas acreditados, hace una semana los organizadores establecieron un impecable y democrático mecanismo para que por lo menos cada país tuviera un testigo, lugar que en el caso argentino obtuvo este diario).
En la solemne ceremonia del "handover" el príncipe Carlos dará otro discurso de despedida, pero el clímax será cuando el reloj esté por marcar la medianoche (en Buenos Aires las 13): en ese instante, mientras por última vez una banda tocará el himno nacional británico, se arriará la Union Jack. Poco después, mientras por primera vez sea izada la bandera de la República Popular de China, se entonará su música patria. Lo mismo sucederá con la bandera de la colonia de Hong Kong y la de la nueva Región Administrativa Especial (SAR).
Pasados cinco minutos de la medianoche, Jiang Zemin, presidente de la República Popular de China, hablará a la audiencia, y pasados diez, la ceremonia llegará a su fin con la partida del príncipe Carlos y del gobernador Patten del lugar. Estos, una hora después, abandonarán "la joya de la Corona" a bordo del yate real Britannia.
Al margen del protocolo, el conjunto de actos simbólicos promete ser muy emocionante. Y es justo que así sea. Significa el fin de una vieja era y el comienzo de una nueva, el retorno de Hong Kong a la soberanía china y el gran experimento de "un país, dos sistemas".
Hong Kong entra en el mundo comunista
El gobierno de Pekín retocará la historia de la isla, modificará sus símbolos y ejercerá un mayor control político
HONG KONG, 30 (De una enviada especial).- Hay varias cosas que van a cambiar en Hong Kong, aunque -de acuerdo con la Declaración Conjunta de 1984- con el traspaso de soberanía a la República Popular de China la isla tendrá un alto grado de autonomía y mantendrá su sistema capitalista y estilo de vida a lo largo de los próximos cincuenta años.
SIMBOLOS. Todo lo que tenga que ver con la Corona británica y aun el rostro de la reina desaparecerá. Por ejemplo, de los distintivos de la policía de Hong Kong, que no se va a llamara más Royal Hong Kong Police, sino Policía de la Región Administrativa Especial de Hong Kong (SAR). Aparte del cambio de nombre e insignias, los elementos esenciales de esa fuerza de seguridad seguirán siendo los mismos. Lo mismo ocurrirá con buzones, estampillas y monedas. Otras organizaciones que se quedarán sin el "Royal" son el Hong Kong Jockey Club, el Hong Kong Golf Club, etcétera.
El nuevo símbolo es la flor oficial de Hong Kong, la bahuinia blakeana, que está en su nueva bandera. Los jueces seguirán luciendo sus tradicionales pelucas y togas. El himno God Save the Queen será reemplazado por el chino, Yiyongjun Jinxingqu.
LENGUAJE. Seguirá hablándose mayoritariamente el chino cantonés, pero el mandarín (el idioma de Pekín) se convertirá en la lengua oficial. El inglés también seguirá siendo oficial.
HISTORIA. La versión de que la guerra chino-británica de 1839-42 (o Guerra del Opio) fue el resultado de una disputa comercial no va más.
La versión oficial pasa a ser que fue un conflicto que resultó "del inmoral objetivo imperialista de obligar a los chinos a comprar opio". Pekín piensa cambiar los textos en ese sentido.
POBLACION. Se calcula que aumentará. Actualmente se le permite a 55.000 chinos continentales por año establecerse en el territorio, número que seguramente se ampliará.
Si se suman las personas que entran ilegalmente tanto desde China como de otros países, más la tasa de nacimiento anual del 1% de Hong Kong, en una década la población de más de 6 millones de habitantes podrá incorporar a 2 millones más. Esto acarreará graves problemas de vivienda.
INMIGRACION. No habrá más libre entrada de ciudadanos británicos. En los últimos años Hong Kong ha tenido un gran influjo de los denominados Filth (Failed in London, Try Hong Kong, que significa, Fracasados en Londres intentan Hong Kong), que aprovecharon su pasaporte británico para conseguir trabajo en bares, "pubs", o como maestros de inglés. Ahora los Filth deberán pedir un permiso de trabajo.
Por otro lado, los chinos continentales seguirán necesitando una visa para entrar y las fronteras seguirán teniendo estrictos controles para evitar su ingreso. Se estima que de todos modos unos 300 chinos por día seguirán entrando ilegalmente.
CRIMINALIDAD. Hasta ahora Hong Kong se caracterizó por ser uno de los lugares más seguros del mundo. Con un aumento de población ilegal se espera que la criminalidad aumente, aunque no en forma preocupante.
LIBERTADES. Este es el punto más conflictivo. Hay temor de que haya restricciones, y de hecho por ejemplo, la Legislatura Provisional designada por Pekín, que reemplazará a la elegida democráticamente en 1995, ya ha votado leyes por las que será necesario pedir permiso antes de llevar a cabo una manifestación.
Sin embargo, el presidente chino Jiang Zemin volvió a asegurar que Pekín respetará los derechos y libertades de los residentes de Hong Kong cuando el territorio quede nuevamente bajo control de China.
"Defenderemos firmemente los principios de "un país, dos sistemas" y de "un gobierno de Hong Kong por las personas de Hong Kong", así como un alto nivel de autonomía", dijo Jiang recientemente.
PRENSA. Muchos temen que la libertad de prensa sea restringida. Es más, para algunos ya lo está y, aunque lo nieguen, algunos editores evitan publicar artículos en contra de la República Popular de China.
Muchos diarios y revistas de Hong Kong están en manos de empresarios pro chinos que están gradualmente reemplazando a sus plumas más controvertidas por otras menos críticas.
PENA DE MUERTE. En la República Popular de China existe y es muy común escuchar noticias de que allí hubo ejecuciones, por lo general relacionadas con traficantes de droga. En Hong Kong la pena capital fue abolida en 1993, aunque la última ejecución fue en 1966.
Por lo tanto, existe la posibilidad de que vuelva a instalarse. Según las encuestas, la mayoría de la gente de Hong Kong está de acuerdo con la pena de muerte y los jueces locales son más severos con respecto a los criminales, que los ingleses. Si la tasa de criminalidad aumenta, quizá rueden cabezas.
FUERZAS ARMADAS. Se van las tropas británicas y las reemplazará un contingente de 10.000 miembros del Ejército Popular de Liberavión (EPL) de China, que, como lo estipula la Declaración Conjunta, se ocupará de la defensa y relaciones exteriores de la SAR. Los soldados del EPL, que hablan mandarín, deberán saber hablar también cantonés.
Tung Chee-hwa, un hombre a la medida de la difícil transición
Dotes: educación cosmopolita, personalidad persuasiva y contactos personales con líderes mundiales respaldan su posibilidad de éxito.
HONG KONG, 30 (De una enviada especial).- "Cuando estoy en Pekín hablo de dos sistemas. Cuando estoy en Hong Kong hablo de un país". Es una de las frases más célebres de Tung Chee-hwa, el magnate naviero que se convertirá en el primer jefe ejecutivo de la Hong Kong poscolonial, el 1º de julio.
Con 60 años, Tung, de ahora en más, se enfrenta a una disyuntiva bastante compleja: por un lado tiene que proteger los intereses de Hong Kong, una de las sociedades más dinámicas y libres del mundo. Por otro, tiene que contemporizar con los mandatos del último gran bastión comunista de la Tierra.
La pregunta del millón es por cuál de los dos lados tirará más el gobierno de Tung Chee-hwa.Para sus seguidores, tendrá el equilibrio justo. Para sus detractores, que critican su apoyo a la idea de poner un freno a las libertades cívicas, será un "títere" de China.
Hay un consenso generalizado de que ningún perfil se adapta mejor que el suyo a un desafío de esta naturaleza. Primero, porque cuenta en su haber con una necesaria experiencia bicultural; segundo, porque tiene una personalidad especial, que hace pensar que podrá manejar hábilmente dos sistemas opuestos.
"Cuando uno discute con él, por lo general te da la razón", describe uno de sus mejores amigos, Frank Chao, un businessman (hombre de negocios) como él. "Pero después, con mucho tacto, lentamente te convence de su punto de vista. Es muy cordial y confiable."
Hijo de un empresario naviero multimillonario, Tung nació en Shanghai, fue criado en Hong Kong, se educó en Gran Bretaña y cosechó mucha experiencia trabajando en los Estados Unidos. Tiene contactos personales con gente de la talla de George Bush o Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal norteamericana, y por supuesto con los más importantes líderes empresariales y políticos de Asia y Occidente.
Goza, por otra parte, de la confianza de las autoridades chinas, que lo ayudaron a salvar a su empresa naviera de la bancarrota en los años 80.
Después de la vergüenza de Tiananmen, Pekín recurrió a él para recomponer las quebradas relaciones con Hong Kong, nombrándolo, primero, en cuerpos que debían discutir la transición de soberanía, después, promoviendo su candidatura para convertirse en jefe del Poder Ejecutivo.
Fuente de inspiración
Para inspirarse, Tung lee revistas especializadas en negocios, pero también a Confucio y a Sun Tzu ("El arte de la guerra"), una de cuyas máximas es: "Dominar al enemigo sin luchar es la excelencia suprema".
El "tycoon" (millonario) vive con su esposa en un departamento del no tan exclusivo barrio Mid-Levels, y no lo hará en la Residencia de Gobierno: al parecer, cuando fue a visitarla por primera vez comprobó que la ubicación generaba ondas negativas. Y, como todo chino, es buen supersticioso. Entonces Tung decidió quedarse en su departamento.
Prefiere la Coca-Cola dietética al champagne, los sándwiches a los banquetes y un viejo Rolex de acero a los fastuosos relojes de oro. Tiene tres hijos, todos casados, y dos nietas.
Desde que fue elegido para manejar los hilos de Hong Kong bajo la sombra de Pekín, Tung ha demostrado tanto un estilo típicamente empresarial, como un gran entusiasmo por todo lo que tenga que ver con los viejos y tradicionales valores chinos.
Tung dice estar convencido de que la prosperidad de Hong Kong no puede asegurarse manteniendo el statu quo, sino que deben enfrentarse cuestiones como el acceso a la propiedad y una mejor educación, entre otras.
Patten, el político que hacía falta
HONG KONG, 30 (De una enviada especial) .- En 1992, Chris Patten, un influyente político británico que había perdido su escaño en las elecciones generales, fue designado como el último gobernador de la colonia más querida por la Corona, Hong Kong.
La elección no fue casual. Sus 27 antecesores habían sido todos diplomáticos, pero para esta vez, la última, la de la transición a la República Popular de China, se necesitaba a un político.
Su gestión se caracterizó por la polémica, dado que, como es sabido, los gobiernos chino y británico han tenido un desacuerdo fundamental con respecto a los valores democráticos y los derechos humanos. Dos cuestiones muy sensibles ante los ojos del mundo.
Pero, ¿qué es lo que hizo Patten que tanto enfureció a Pekín? Una jugada muy astuta. Antes de devolver la colonia, que nunca se había caracterizado por respetar los derechos cívicos de sus habitantes, sino que sólo se había preocupado por brindar un perfecto engranaje legal y judicial para hacer negocios sin problemas, en 1995 hizo realidad la primera Legislatura elegida democráticamente en Hong Kong.
Reformas igualitarias
Pero primero, en 1994, Patten redujo la edad para votar de 21 años a 18, y amplió la base electoral de 180.000 a 2 millones y medio de personas. (Antes había un sistema bastante feudal, por el cual sólo votaban ciertas profesiones).
China denunció entonces una violación de la Ley Básica (la miniconstitución que Pekín redactó para la Región Administrativa Especial), que traza los pasos de una evolución, en diez años, hacia el sufragio universal. Y anunció que el 1º de julio de 1997 reemplazaría ese cuerpo elegido en 1995, por otro, llamado Legislatura Provisional, que dictará leyes hasta que haya elecciones el año próximo.
Si bien la comunidad internacional ha denunciado hasta más no poder este hecho, hay quien dice que la tan criticada Legislatura Provisional -electa por 400 delegados seleccionados por Pekín- "es algo mucho más democrático que todos los gobernadores designados directamente por Gran Bretaña durante más de un siglo y medio".
Lo cierto es que con esta disputa, Patten ha cosechado una gran popularidad entre los hongkongueses, que en los últimos meses han visto en él al paladín de la libertad y la democracia, contra el totalitarismo de la madre patria.
Aunque hay quienes sostienen que con su jugada Patten ha cometido un gran error: subestimar a los líderes chinos. Estos jamás iban a dejar, por más que la Declaración Conjunta de 1984 dispusiera la continuidad de las leyes, que una Legislatura pusiera palos en las ruedas una vez en el poder.
En las últimas semanas de dominación británica, Patten, que tiene 53 años, ha demostrado reiteradamente su preocupación por el futuro del territorio, con declaraciones fuertes y molestas para Pekín. "Una razón por la que nos retiramos con cierta nostalgia y ansiedad es la preocupación de saber si los valores y las instituciones de la sociedad civil van a perdurar", dijo, por ejemplo. Como también ha dejado en claro que abandona Hong Kong, "una ciudad china, con características británicas", satisfecho por su gobierno de cinco años. "Creo que hicimos un buen trabajo, y espero que los líderes chinos lo reconozcan", sostuvo.
Patten está casado, tiene tres hijas, y vivió aquí con una pareja de perros Norfolk Terriers, Whisky y Soda, más populares que él. A partir de hoy comenzará un período de descanso y reflexión, durante el cual escribirá un libro en una mansión que posee en Francia.
Es probable que entre los más de seis millones de habitantes de Hong Kong, habrá alguien que llorará su ausencia.
Hong Kong y Macao, enclaves capitalistas en China
Juan González Yuste
JUAN GONZÁLEZ YUSTE
22 JUL 1980
Residuos de los antiguos imperios coloniales de Portugal e Inglaterra, los territorios de Macao y Hong Kong, situados a ambos lados del estuario del río de las Perlas, en el sur de China, son hoy día más útiles al Gobierno de Pekín que a las respectivas metrópolis europeas. Si durante el siglo pasado ambos enclaves fueron cabezas de puente para los ávidos comerciantes occidentales, deseosos de alcanzar el mercado chino, ahora son muy útiles para que un régimen estrictamente marxista ponga unas gotas de Adam Smith y de filosofía de la libre empresa en su funcionamiento cotidiano. Un enviado especial de EL PAIS visitó recientemente las dos pequeñas colonias, puntos de conexión de la República Popular China con el capitalismo occidental.
Desde que la «revolución de los claveles» liquidara, en abril de 1974, el régimen dictatorial de Salazar-Caetano y sus imperiales sueños de grandeza, Portugal ha procedido a una rápida descolonización de sus en otro tiempo llamadas «provincias ultramarinas». Con una sola excepción: Macao, este enclave de quince kilómetros cuadrados y algo más de 300.000 habitantes, donde aún ondea la bandera roja y verde.Anticolonialistas a ultranza en política exterior, los dirigentes de Pekín aplican un rasero bien diferente cuando se trata de Macao, y han rechazado cortesmente, una y otra vez, las ofertas de descolonización procedentes de Lisboa. Incluso se diría que aceptaron como un mal menor el que la antigua «provincia» se defina ahora, desde el triunfo de la revolución de abril, como un «territorio chino bajo administración portuguesa».
Sesenta y cinco kiIómetros al Este, la situación es no menos pintoresca. El Estado chino, anticapitalista y anticolonialista, es el arrendador de los llamados «nuevos territorios», más de setecientos kilómetros cuadrados, de los que depende la expansión de la superpoblada -cinco millones de habitantes- colonia británica de Hong Kong, un santuario del librecambismo y quizá la única reserva pura del «capitalismo salvaje».
Mientras que los portugueses se establecieron en Macao allá por 1557, el imperio británico no ganó la isla de Hong Kong hasta después de la primera guerra del opio, en 1842, por el Tratado de Nankín. Unos años después, Inglaterra conseguía un pequeño trozo de China continental, la península de Kowloon, y se aseguraba así el puerto Victoria, uno de los mejores fondeaderos naturales del mundo. A fínales de siglo, el Gobierno británico alquiló por 99 años los «nuevos territorios», otra porción de continente, y 235 islas, que deben revertir a China en 1997, fecha en que expira el contrato, amenos que el «casero»,quiera renovarlo.
Ese limite de diecisiete años puede asustar a los inversores, temerosos de que Pekín decida no renovar el alquiler, y, para evitar tales desconfianzas, el viceprimer ministro chino, Den Xiaoping, dijo recientemente que los capitalistas con inversiones en Hong Kong, o deseosos de invertir, debían tranquilizarse, porque no existe peligro. Por su parte, el gobernador de la provincia china de Guangdong, limítrofe con ambas colonias, decía hace un mes que tanto Macao como Hong Kong son «zonas especiales», con un statu quo histórico que debe mantenerse.
Fuente de capital
Hong Kong fue un centro comercial de primera importancia durante, prácticamente, el primer siglo de presencia británica. Pero a raíz de la guerra de Corea, en 1950, los países occidentales boicotearon el comercio con la República Popular China y la colonia evolucionó hacia un centro financiero y de manufacturas. Incluso en los años de «guerra fría» posteriores al conflicto coreano, China se beneficiaba ya de Hong Kong como enclave del libre cambio de divisas y punto de venta de sus productos al mundo capitalista.Las nuevas direcciones de la política china y el esfuerzo de industrialización y modernización del país emprendido por los dirigentes de Pekín otorgan, en opinión de los expertos, un nuevo e importante papel a Hong Kong como fuente de capital e inversiones para financiar los ambiciosos proyectos chinos. Obviamente, la única forma de no «espantar» a los cautos capitalistas occidentales es darles garantías de que sus propiedades, intereses e inversiones serán respetados, aun en el caso de que el contrato de los «nuevos territorios» no fuera renovado. Este es un tema sobre el que los chinos apenas hablan, alegando que todavía falta mucho tiempo.
«La administración de Portugal y el Reino Unido sobre estos territorios es algo que interesa económicamente a China, que, por otra parte, posee la soberanía real y controla entre bastidores las dos colonias», comenta un periodista. norteamericano en el Club de Corresponsales Extranjeros de Hong Kong, una institución hecha popular en todo el mundo por John Le Carré en su novela El honorable colegial.
Una acción similar a la de India en Goa es algo impensable, hoy por hoy, tanto en Hong Kong como en Macao. «Los chinos no necesitan meter aquí el Ejército; les bastaría con hacer una señal con la mano y provocar disturbios y levantamientos a voluntad, imposibles de sofocar», asegura el corresponsal estadounidense. Su pronóstico personal es que no hay por qué preocuparse en diez o quince años por lo menos. «En Pekín saben esperar y, en última instancia, les interesaría recuperar antes Formosa que Hong Kong, que saben que caerá como una fruta madura en el momento oportuno».
Si Hong Kong, con su enorme vitalidad comercial y financiera proporciona grandes ventajas a China, el enclave de Macao no tiene demasiada importancia económica, ¿por qué mantenerlo entonces bajo administración extranjera? «Para no dar mal ejemplo», dice otro periodista con años de veteranía en la zona. «Si China recupera ahora Macao, nadie invertiría un centavo en Hong Kong, aparte de que llamaría demasiado la atención sobre esta colonia. Lo que interesa en Pekín es mantener el status quo y actuar discretamente, beneficiándose lo más posible de los capitalistas asentados en territorio chino».
Las relaciones entre China popular y las dos colonias han mejorado notablemente en los últimos tiempos. El gobernador de Hong Kong, sir Murray McLehose, visitó China el pasado mes de marzo, lo que supuso un reconocimiento de facto de su cargo por parte de los dirigentes de Pekín. No hay que olvidar que si bien el alquiler de los «nuevos territorios» finalizará en 1997, la isla de Hong Kong propiamente dicha y la península de Kowloon son británicas «a perpetuidad», según los tratados firmados el pasado siglo. La discusión de esta soberanía, que China no reconoce, podría crear un contencioso más serio, algo en lo que ninguna de las dos partes parece estar interesada.
El turismo aparece como una industria prometedora para Macao, que ya obtiene importantes beneficios del juego. El casino del hotel Lisboa ofrece un aspecto impresionante a cualquier hora del día o de la noche, con millares de jugadores probando fortuna. Algo similar ocurre con las apuestas en el Jai Alai, o frontón, y el año pasado se calcula que 2.500.000 personas viajaron desde Hong Kong, a sólo una hora de barco, para asistir a estos juegos o a las carreras de caballos. Desde hace meses, hay excursiones organizadas a la República Popular China, con extensiones incluso hasta Cantón y Pekín, y existen proyectos ambiciosos de infraestructura turística.
Para Hong Kong, según explicó un alto ejecutivo de una importante empresa de la colonia británica a hombres de negocios norteamericanos en Nueva York, el futuro se presenta también brillante y seguro. El territorio acabará siendo una «zona de libre comercio» y continuará bajo administración inglesa, dijo John Richardson, para quien la colonia, será una encrucijada neutral entre el Este y el Oeste, lo que seguirá interesando a Pekín a muy largo plazo.
Los dirigentes de Pekín no olvidan que, más pronto o más tarde, los dos enclaves se incorporarán al resto del país, y se preocupan ya por la buena marcha de las instituciones. Así, cuando las autoridades de Macao redactaron, hace unos meses, un proyecto de «ley orgánica», especie de constitución en que se creaba una asamblea con capacidad de limitar el poder del ejecutivo, el gobernador de Guangdong criticó abiertamente el borrador de la ley que, al dar a la asamblea el poder prácticamente de derribar al Gobierno de la colonia, podría crear inestabilidad y, se supone, dar un mal ejemplo en un territorio que cualquier día volverá a ser parte de China.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de julio de 1980
Thatcher acepta devolver a China la soberanía sobre todo Hong Kong
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ
Londres 23 ENE 1984
La primera, ministra británica, Margaret Thatcher, ha aceptado devolver a China en 1997 la soberanía sobre todo Hong Kong, y no sólo sobre los llamados Nuevos Territorios, según publicó ayer el diario Sunday Times. Fuentes del Foreign Office, consultadas por EL PAIS se negaron a confirmar o desmentir la noticia, limitándose a señalar que las negociaciones entre Londres y Pekín "se encuentran muy adelantadas". Las agencias internacionales informan, por su parte, que el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wu Xhegian, de visita oficial en Canadá, tampoco quiso pronunciarse sobre la noticia. Según Wu Xhegian, las conversaciones "progresan".
Hong Kong -puerto fragante, en chino- está formado por tres partes diferentes: la isla de igual nombre, la zona de Kowloon y los Nuevos Territorios. Según Londres, los dos Primeros fueron cedidos a perpetuidad a raíz de la llamada guerra del opio. La tercera parte fue objeto de un contrato por 99 años, que finaliza el 30 de junio de 1997. El Reino Unido mantenía hasta ahora formalmente que las negociaciones abiertas hace poco más de un año afectaban únicamente a los Nuevos Territorios, mientras que Pekín reclamaba la devolución de la soberanía sobre toda la colonia.
La concesión de Margaret Thatcher no ha sorprendido a nadie en Londres, porque todos los especialistas estiman que la isla de Hong-Kong y Kowloon no pueden sobrevivir como colonia sin los Nuevos Territorios, desde donde .llega incluso el agua potable. Pekín no aceptó nunca la diferenciación entre las tres partes de Hong Kong, y manifestó desde el primer momento su firme intención de recuperar el control completo en 1997. China es un contrario lo suficientemente poderoso como para que no existieran grandes dudas sobre el destino final de Hong Kong.
Siguen las negociaciones
El hecho de que Margaret Thatcher haya aceptado la devolución completa de la soberanía no significa que las negociaciones hayan acabado. Falta por discutir lo más importante: el régimen futuro de Hong Kong, que está considerado hoy día como el cuarto centro financiero del mundo. Pekín obtiene de la colonia gran parte de sus divisas extranjeras, y está interesado en mantener después de 1997 sus actuales actividades comerciales y económicas. Esto significa que el relmen comunistachino arbitraráun sistema especial de autonomía para Hong Kong, garantizando su propia moneda y manteniendo un régimen ultracapitalista.Según fuentes británicas, Pekín estaría incluso dispuesto a establecer un sistema electoral similar al que existe hoy día en la colonia. Las mismas fuentes señalan que Margaret Thatcher desearía ver reflejado este compromiso en el acuerdo final.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de enero de 1984