Bolivia salida al Mar

23 expresiones del Estado peruano favorables a un mar para Bolivia

El punto 32 de la Declaración de isla Esteves es una de las 23 expresiones favorables del Perú respecto del tema marítimo que se encontraron tras una breve revisión histórica.

La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:07 / 12 de julio de 2015

Después de la reciente firma de la Declaración de isla Esteves —en la que en su punto 32 se menciona una expresión de “solidaridad” y comprensión” con la situación de “mediterraneidad” de Bolivia, además de los votos porque se alcance una “solución”— hubo una serie de declaraciones “aclaratorias” en el sentido de que el Perú es neutral en el conflicto pendiente entre Bolivia y Chile, litigio que ese país considera bilateral. No obstante, lo dicho en la Declaración mencionada está firmado por el presidente peruano Ollanta Humala y no hace sino confirmar la ya antigua disposición favorable del Perú para con Bolivia en el tema marítimo. De hecho, Perú solo se pronunció de manera categóricamente negativa una vez en la historia (en 1920), el resto de las veces, que son al menos 23, mostró su voluntad y buena disposición para que el problema se solucione o dijo que no sería un obstáculo.

El tema marítimo está ligado al Perú, primero porque las soluciones posibles al enclaustramiento boliviano que se han considerado muestran que un puerto de Bolivia indefectiblemente tendría que estar ubicado en territorios que en el pasado fueron peruanos. Segundo, porque el artículo 1 del Protocolo Complementario del Tratado de Lima señala que en caso de una futura cesión territorial de Chile en favor de una tercera potencia (obviamente Bolivia) por una superficie antes peruana, debe contar con el consentimiento de Perú.

A continuación, se hace un recuento de las expresiones favorables  a Bolivia en el tema marítimo que ha hecho Perú a lo largo de la historia. Esto no solo cobra importancia futura para el momento en que se llegue a un escenario de negociación con Chile, sino que tiene relevancia presente porque una táctica chilena (y esto se lo vio recientemente en una declaración de Ricardo Lagos, que señalaba que Bolivia debía conversar con Perú y no con Chile) es sindicar al Perú por el encierro que sufre Bolivia. Las siguientes declaraciones muestran por demás que Perú es favorable a los intereses marítimos bolivianos.

Las expresiones que se encontraron fueron extraídas en su gran mayoría de los dos tomos del libro Historia diplomática de Bolivia, de Jorge Escobari Cusicanqui (obra a la que, hay que decirlo, se le debe los principales trazos argumentales de la demanda boliviana en La Haya, por lo menos a los textos hechos públicos); pero también de Estados Unidos y el Mar, de Jorge Gumucio Granier, en los casos de los años 20 del siglo XX; el Libro Azul y El Libro del Mar.

1. En 1830, el ministro Plenipotenciario peruano en Bolivia, Manuel Bartolomé Ferreyros, propuso la entrega a Bolivia de la provincia de Tarapacá. Si bien la mención es remota, vale para ser anotada. Esta propuesta está vinculada a los pedidos de las poblaciones de Tacna y Moquegua, en 1836 y anteriores, de ser anexadas a Bolivia.

2. En 1880, en el Protocolo de la Unión Federal, firmado en Lima por Perú y Bolivia, se estipuló la jurisdicción de Potosí sobre Tarapacá y la de Oruro sobre Tacna. A continuación hay que recordar dos menciones que si bien son de autoridades estatales, no fueron protocolizadas, lo que posiblemente reste su valor. Sin embargo, son las más anteriores que se pudo encontrar en el siglo XX.

3. En 1910, Tacna y Arica eran territorios sin una definición de soberanía ni para Perú ni para Chile. El canciller boliviano Daniel Sánchez Bustamante mandó un memorando a esos países argumentando la conveniencia de que dichas provincias pasen a Bolivia. El canciller peruano Melitón Porras acogió con buena disposición el memorando de 1910.

4. Sobre el caso anterior, en 1910, Solón Polo, ministro de Perú en Bolivia (embajador), dijo a Sánchez Bustamante: “Si Chile acepta la división de las dos provincias, dejando Tacna para el Perú, su gobierno cooperará a los propósitos de Bolivia y vería con sumo agrado que el puerto de Arica entrase bajo el dominio de ese país”. Como se dijo, ambas respuestas no fueron protocolizadas, pero quedan para el recuento.

Luego vino la única negativa categórica del Perú, en 1920. Ese momento, la soberanía de Tacna y Arica era definida mediante el arbitraje de Estados Unidos y se preparaba un plebiscito que nunca se realizó por los obstáculos que puso Chile. Perú sentía que si se pronunciaba a favor de una posible salida para Bolivia, eso mellaría su aspiración de que los territorios en disputa queden para sí.

Así, el canciller Melitón Porras, que hacía diez años se pronunciara favorablemente, esta vez dijo: “El Perú está dispuesto a no ceder sus derechos sobre las provincias irredentas en favor de Bolivia o de cualquier otro país ni a escuchar siquiera proposición alguna al respecto”. Tan dura respuesta se debió al contexto de un efervescente reivindicacionismo en el Perú de principios de los 20. No obstante, nunca más en la historia Lima se pronunciaría de tal manera.

5. El arbitraje estadounidense mencionado derivó en la llamada Propuesta Kellogg (por el mentor de ese planteamiento, el secretario de Estado Frank Billings Kellogg). La proposición consistía en que Perú y Chile cedan en favor de Bolivia, a perpetuidad, los territorios de Tacna y Arica. Chile aceptó, pero Perú se opuso. No obstante, el memorando peruano del 12 de enero de 1927, al tiempo de rechazar el planteamiento señala: “Este rechazo no importa, sin embargo, el propósito de obstruir cualesquiera otras soluciones. Lejos de eso. El Perú ha aceptado la internacionalización parcial o completa de las provincias, ha aceptado también la división de éstas dando gratuitamente un callejón a Bolivia hasta la playa y en ésta una segunda ensenada en condiciones que permitan convertirla en un puerto grande,   cómodo y seguro”. El memorando es claro: Perú no se opone a que se dé territorios que antes fueron peruanos, “gratuitamente”, a Bolivia.

6. Pasaron varios años sin que Perú se pronuncie, de hecho el siguiente punto acá enumerado es por omisión peruana. Cuando en 1950, mediante un intercambio de notas Bolivia y Chile iniciaron una negociación por una salida soberana al mar, Lima no se manifestó, por lo que consintió por omisión. Solo apareció en el escenario para protestar, con toda razón, cuando se enteró del contenido secreto de la negociación (Agua dulce —del lago Titicaca— por agua salada). Como se sabe, hay un condominio entre Bolivia Perú de las aguas del Titicaca: ninguno puede hacer un uso unilateral de ellas.

7. Transcurrieron más de dos    décadas para que, el 20 de junio de 1973, Perú dé señales contundentes. Ese día, Bolivia y Perú firmaron en Lima una Declaración Conjunta. El presidente peruano, el general Juan Velasco Alvarado, manifestó: “La comprensión del pueblo peruano por la aspiración justa del pueblo boliviano de lograr solución a su condición de país mediterráneo y confía en que la satisfacción de esa aspiración sea alcanzada dentro del Derecho Internacional”.

8. Tres días después, el 23 de junio, el canciller peruano, general Miguel Ángel de la Flor Valle, señaló: “Los problemas limítrofes entre Bolivia y Chile deben ser resueltos entre ambos países, sin embargo, el Perú ve con simpatía la lucha en que se encuentra empeñado el pueblo boliviano por conseguir su salida al mar”.

9. Al finalizar esta ceremonia de junio 1973, el ministro de Guerra del Perú, Edgardo Mercado, dijo a la prensa peruana: “El Perú comprende las aspiraciones de salida al mar del pueblo boliviano para salvar, de este modo, su mediterraneidad”.

10. Luego, el 9 de diciembre de 1974, en la “Declaración de Ayacucho”, firmada en Lima, los presidentes de varios países entre ellos el de Perú (y también de Chile) pusieron sus firmas en un texto en que se expresó la “más amplia comprensión a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia, situación que debe demandar la consideración más atenta hacia entendimientos constructivos”.

11. Después del fracaso de la proposición peruana sobre Charaña, a fines de 1975 y principios de 1976, el 7 de junio de 1977 los cancilleres del Perú y Bolivia suscribieron una declaración en la que señalaron sobre el tema portuario boliviano que: “analizaron constructivamente el problema del enclaustramiento geográfico boliviano, respecto de cuya solución el Perú reiteró su más amplia comprensión. En este sentido, coinciden en la conveniencia de que, en la forma y oportunidad requeridas, se desplieguen los mejores esfuerzos, atendiendo a los respectivos intereses nacionales, a fin de concretar una solución definitiva y permanente de dicho problema, que corresponda a los propósitos de fortalecer la paz, el desarrollo y la integración”.

12. El 28 de mayo de 1979, varios presidentes, entre ellos el de Perú, firmaron el Mandato de Cartagena, en donde se señala: “Coincidimos en que la mediterraneidad de Bolivia, problema recogido en el Artículo 4 del Acuerdo de Cartagena, es un factor que limita la participación de ese país en el proceso de integración, que agrava las dificultades propias de su situación de menor desarrollo relativo y que requiere de acciones, en concordancia con el espíritu de la integración andina, que contribuyan a satisfacer las justas aspiraciones del pueblo boliviano”.

13. Es más que probable que el Perú haya firmado más declaraciones multilaterales favorables a solucionar el problema del enclaustramiento boliviano de las que figuran en este texto. Sin embargo, hay que resaltar las resoluciones de la Organización de los Estados Americanos que rubricó Perú sobre el tema marítimo como las de 1975, 1979, 1980, 1981 y las siguientes en el mismo tenor.

14. Siguiendo, el 14 de enero de 1980, el Consejo de Cancilleres de Bolivia, Perú, Ecuador y Venezuela acordó: “reafirmar su apoyo a la justa demanda boliviana de obtener acceso soberano al océano Pacífico y coadyuvar a que se instrumenten sistemas efectivos conducentes al logro del objetivo señalado”, además de “instar a los gobiernos de los países a los que este problema concierne más inmediatamente para que, de acuerdo con la resolución aprobada en la Novena Asamblea General de la OEA, inicien, cuanto antes, negociaciones dirigidas a dar a Bolivia acceso soberano y útil al océano Pacífico, teniendo en cuenta el interés recíproco de las partes”.

15. En 1981, el 24 de marzo (al día siguiente del Día del Mar), el presidente peruano Fernando Belaúnde dijo en su discurso durante la presentación de las credenciales de la misión boliviana en Lima: “Vivimos los peruanos las esperanzas y los dramas de Bolivia y sus cuestiones las consideramos como propias. De ahí que el Perú considera plenamente legítima la aspiración de Bolivia de tener acceso propio al océano Pacífico. En este sentido, el Perú no va a ahorrar esfuerzos para hacer todo lo que le corresponde en la familia americana para servir a la causa de la gran nación hermana”.Posiblemente, ésta sea una de las expresiones más claras de los últimos tiempos, en la cual el Perú se identifica y vive como suyos los problemas bolivianos.

16. En 1989 el presidente Alan García, en el barco Ollantay, en aguas internacionales del lago Titicaca, durante la reunión con el presidente boliviano Jaime Paz Zamora, respondió a la periodista Cristina Corrales sobre una pregunta que ésta hizo sobre el mar: “como país hermano, invocamos y veríamos con mucha satisfacción que ambos países (Bolivia y Chile) reanuden sus conversaciones para lograr un acuerdo. El Gobierno del Perú señala, y ésta es mi convicción personal, en caso de producirse un acuerdo bilateral entre Chile y Bolivia y consultarse al Perú sobre él, deberemos expresar nuestro beneplácito y aceptación. Creo que ésta es una necesidad latinoamericana y creo que todos los latinoamericanos tenemos la muy clara conciencia de que nuestro deber y nuestra responsabilidad es respaldar esta justa aspiración de Bolivia que estamos seguros que en algún momento tendrá solución”.

17. En 2004, el presidente peruano Alejandro Toledo expresó: “Es una cuestión bilateral entre Bolivia y Chile. En el caso de un entendimiento, entre ambos países, que implique una solución por territorio de Arica, Perú tendrá un espíritu positivo y amistoso”.

18. En febrero de 2010, el nuevo embajador de Perú en Bolivia, Manuel Rodríguez Cuadros, se expresó sobre la misma línea que a esta altura parece ser la política de Estado del Perú respecto del mar para Bolivia, pues reafirmó “el respaldo pleno a la justa demanda de la salida al mar de Bolivia”. “Una vez más se ratificó el compromiso del Presidente (Alan) García al Presidente Morales en el sentido (en) que Perú no va a ser un obstáculo para la salida al mar de Bolivia”, dijo.

19. En agosto de 2010, José Antonio García Belaúnde, ministro de Relaciones Exteriores del Perú, señaló  que “lo que Perú siempre ha dicho y se mantiene es que nuestro país no será obstáculo para cualquier solución al tema marítimo boliviano”.

20. En octubre de ese mismo año, el canciller Belaúnde precisó los mismo conceptos anteriores especificando: “Siempre y cuando esta solución (al enclaustramiento) pase por Arica”.

21. Ollanta Humala, como presidente electo (lo que posiblemente resta validez a la declaración) ,dijo en junio de 2011: “Total apoyo (a la reintegración marítima boliviana)” y “cooperaremos en esta posición boliviana, no seremos un obstáculo, porque entendemos que están pidiendo la salida por Arica y no vamos a ser un obstáculo”.

22. En julio de 2011, el presidente Alan García reafirmó la “voluntad política” de su país “de no poner obstáculos a una posible salida al mar de Bolivia, en caso de que ella se produzca por exterritorios peruanos”. Además señaló: “Nosotros cooperaremos en esta posición boliviana, no seremos un obstáculo porque comprendemos que están pidiendo una salida por Arica”. En esa ocasión también manifestó que “es injusto que Bolivia no tenga  salida soberana al Pacífico”. Pero la declaración más contundente de García, esa fecha, fue la siguiente: “Como lo dije en 1990, Perú jamás será un obstáculo en el diálogo bilateral que debe conducir a que Bolivia recupere su salida soberana al mar, jamás”.

23. La Declaración de isla Esteves (23 de junio de 2015), sobre la que se habló al inicio de este texto, es la última expresión favorable. Dice en su punto 32: “La República del Perú mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión con relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia. En ese contexto, los mandatarios reafirmaron la significación de las normas del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en particular, el rechazo a la amenaza o al uso de la fuerza y la solución pacífica de controversias.

El Presidente del Perú expresó sus fervientes votos para que pueda alcanzarse una solución satisfactoria a la referida situación de mediterraneidad”. Posiblemente existan aún más declaraciones favorables para los intereses marítimos bolivianos expresadas por autoridades estatales del Perú; aquí solo se recogieron las más visibles y notables. Éstas, en un futuro que se espera no sea lejano, deberán ser honradas por Perú en el momento en que se defina cómo podría ser una salida boliviana por Arica.

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Publicado en 16 diciembre 2014

Se ha afirmado tanto por parte de diplomáticos, intelectuales y políticos chilenos, como por algunos diplomáticos e intelectuales bolivianos, que una responsabilidad muy grande en el fracaso de los reiterados Actos Unilaterales de Chile ofreciendo a Bolivia negociar una salida soberana al mar, la tiene Bolivia. Esta afirmación se hace especialmente con relación a dos negociaciones significativas, la de 1950 y la de 1975.

Veamos caso por caso. 
En 1920 el embajador chileno Bello Codesido ofreció a Bolivia en un Acta Oficial un acceso soberano al mar independiente del Tratado de 1904. Esa oferta fue la base de negociaciones que se desarrollaron en el periodo 1920-1923. La promesa se enfrió pero nunca quedó cerrada ni la negociación rota. Simplemente Chile no fue consecuente y no tomo iniciativa política alguna para hacer efectivo su compromiso.

En 1926 el tema se retomó con el Memorándum del Ministro de RREE de Chile Jorge Matte, que ofreció concederle a Bolivia una franja de territorio y un puerto soberano. Esa oferta acabó muerta al firmar Chile y Perú el Tratado de 1929 que consolidó Arica en favor de Chile y condicionó la cesión de territorios a Bolivia a una consulta mutua.

El 20 de junio de 1950 el Ministro de RREE de Chile Walker Larraín en una Nota Oficial, ofreció a Bolivia una negociación para darle a Bolivia una salida soberana al mar. Mientras en Bolivia influyentes personas particulares expresaron tanto opiniones favorables (el ex vicepresidente Enrique Baldivieso el 17/7/50) como desfavorables (Franz Tamayo el 25/7/50); en Chile diputados y senadores atacaron con dureza al Presidente González Videla (24/9/50). Lo hicieron el diputado Bulnes y el senador Mazza entre varios otros. Pero el verdadero punto de ruptura de esa negociación que contemplaba el uso de las aguas del lago Titicaca, lo marcó el Presidente del Perú Manuel Odría, quien el 31 de marzo de 1951 rechazó el uso del Titicaca de soberanía compartida con Bolivia y recordó la obligacións no cumplida por Chile de consultar al Perú en caso de una cesión en territorio antiguamente peruano. Es pues una falacia decir que fue Bolivia la que hizo
fracasar esa negociación.

En 1961 el embajador chileno Manuel Trucco envió un Memorándum que ofrecía a Bolivia iniciar una negociación sin tocar el Tratado de 1904 en la que se consideraba la demanda boliviana de soberanía. Pero paralelamente y con expresa violación de normas internacionales, Chile desvió unilateralmente el río Lauca, acción que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas.

En 1975 el abrazo de Charaña llevó la negociación bilateral a su punto más alto. El compromiso formal de Chile fue expresado por su canciller Patricio Carvajal el 19 de diciembre de 1975 en una Carta a nuestro embajador en Santiago. Ofrecía ceder a Bolivia una costa soberana unida a territorio boliviano por una franja territorial igualmente soberana. ¿Quien frustró esa negociación? El gobierno de Chile. ¿Cómo? Chile consultó al Perú como establecía el Tratado de 1929. El 18 de noviembre de 1976 Perú contestó a Chile indicando que aceptaba globalmente los términos de la negociación con una salvedad, proponía la soberanía compartida de Bolivia,Perú y Chile en el último kilómetro del corredor, precisamente el que daba al mar. El 26 de noviembre de 1976 Chile respondió al Perú que “declinaba” considerar la contrapropuesta peruana, lo que rompió toda posibilidad de solución ya que el Tratado obligaba en este caso a un acuerdo entre ambos. Todo lo que ocurrió después de esa fecha es irrelevante. La negociación había sido bloqueada por la negativa chilena al Perú. Es otra falacia afirmar que fue Bolivia la que frustró esa negociación.

En 1983 el canciller chileno Miguel Schweitzer votó a favor de la Resolución de la OEA que establecía la necesidad de otorgarle una salida soberana a Bolivia y ratificó la disposición de Chile de resolver el enclaustramiento boliviano. Esa voluntad abrió una negociación que avanzó en 1984 y 1985, pero que el propio Chile cerró abruptamente el 14 de enero de 1985 en un Comunicado de su Ministerio de RREE.

En 1987 Chile y Bolivia acordaron iniciar una negociación para darle una salida soberana al mar a Bolivia. En la reunión de ambos cancilleres en Montevideo, el 23 de abril de 1987, Bolivia entregó su propuesta formal. Inopinadamente y sin mayores consideraciones el 9 de junio de 1987, Chile dio un portazo y expresó que no estaba dispuesto siquiera a considerar la propuesta boliviana.

¿Oportunidades perdidas por Bolivia? En absoluto. Oportunidades ofrecidas, dilatadas, incumplidas o directamente bloqueadas por Chile con evidente falta de voluntad política. Es una falsedad argumentar que Bolivia desaprovechó entre 1920 y 1987 las oportunidades que tuvo. La descarnada realidad es la contraria, lo que la historia demuestra de modo inequívoco.

Y lo más importante. Hecho el compromiso de negociar, la obligación jurídica de hacerlo no se extingue porque las negociaciones hayan fracasado en algún punto.




La propuesta peruana de Charaña doblaba la costa para Bolivia

Solo una vez en la historia se aplicó el artículo primero del Protocolo Complementario del Tratado de Lima, durante las negociaciones de Charaña en los años 70 del siglo pasado. Perú, al ser consultado por Chile, posiblemente excedió sus atribuciones y, en lugar de consentir o negar, presentó otra fórmula de solución.

La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:06 / 12 de julio de 2015

El Perú se pronunció de manera favorable a Bolivia en relación al enclaustramiento marítimo en la Declaración de Isla Esteves firmada con el país el 23 de junio en Puno. En realidad, Perú expresó que comprende el problema boliviano y que no será un obstáculo en una futura solución definitiva una veintena de veces. Sin embargo, solo una vez en la historia, durante las negociaciones de Charaña en los 70, se aplicó el artículo 1 del Protocolo Complementario del Tratado de Lima de 1929 que estipula que si Chile cedería territorios que fueron peruanos a una tercera potencia, debería consultar con Lima. Aquella vez, el Perú propuso una fórmula distinta a la que Chile puso en su consideración, la cual incluía que la línea costera boliviana, que habría sido de 8 kilómetros se amplíe a 16.

¿Cuál fue en específico la propuesta peruana que pareció a Chile inaceptable y que llevó, entre otras variables, a que Charaña fracase? A continuación se hace una descripción de la contrapropuesta peruana a la fórmula que Bolivia negoció con Chile, todo en base a la Historia diplomática de Bolivia de Jorge Escobari Cusicanqui.

La proposición chilena fue aceptada por Bolivia solo como “base de la negociación”, no más. Algunos acápites de la fórmula chilena eran excesivos. En efecto, fueron tres los puntos objetados: el desvío total del río Lauca hacia Chile, la desmilitarización boliviana en el corredor y la compensación territorial por parte de Bolivia a cambio de las 200 millas de mar frente al corredor. Chile cedería a Bolivia un corredor colindante a la Línea de la Concordia, al norte de Arica, de 8 kilómetros de costa.

En aplicación al Protocolo Complementario del Tratado de Lima, Chile consultó al Perú si aceptaba lo que Bolivia aceptó como “base de la negociación”.

El 31 de diciembre de 1975, Perú respondió a Chile que para pronunciarse debía conocer primero de manera completa los documentos de la negociación entre Bolivia y Chile. Lima constituyó una comisión especial para el estudio del planteamiento encabezada por José Luis Bustamante y Rivero; no obstante, las declaraciones del embajador peruano en Bolivia, Jorge Llosa Pautrat, no eran auspiciosas: “Tacna y Arica constituyen una sola región” y un “corredor crearía un nuevo factor que afectaría la totalidad de la región”. Asimismo, ese momento de la consulta hizo notar que Perú tenía “derechos específicos” sobre la región puesta en la mesa de negociación.

Una vez que Chile facilitó la documentación solicitada, Perú le sugirió la creación de una comisión con delegados de cada país. Los delegados (el secretario general de la Cancillería peruana, Luis Marchand, y el excanciller chileno Julio Philippi) se reunieron de manera secreta dos veces: una, entre el 20 y 23 de abril de 1976 en Lima, y, otra, entre el 5 y 9 de julio de 1976 en Santiago.

Según el autor de la Historia Diplomática de Bolivia, de esas reuniones solo trascendieron comunicados de orden protocolar en que se expresan términos de “franqueza y cordialidad”, es decir que no se sabe nada de relevancia sobre el contenido de lo que se habló en ellas.

La tercera reunión, planeada para el 15 de noviembre en Lima, se suspendió por excusas de la parte chilena, aduciendo problemas de salud de Philippi. Ante este estancamiento unilateral, el peruano Marchand decidió ir a Santiago un mes después y sin aviso, el 18 de diciembre, a presentar al canciller chileno la “posición peruana”; la cual en realidad más que una “posición” era una nueva propuesta que modificaba el plan negociado por Bolivia y Chile.

La propuesta peruana básicamente consistía en una cesión para Bolivia de una zona que vaya de la Línea de la Concordia al sur hasta la carretera panamericana; inmediatamente después del corredor, al sur hasta la costa y desde la Línea de la Concordia hasta el casco norte de la ciudad de Arica, debía establecerse una zona trinacional; la administración del puerto de Arica debía ser trinacional; en el área de soberanía compartida, Bolivia podría construir un puerto de soberanía exclusiva; se reconocería a Bolivia la soberanía absoluta sobre el mar contiguo al litoral bajo soberanía compartida; entre otros puntos.

Chile consideró esto inaceptable porque significaba que el Perú avanzaba al sur más allá de la Línea de la Concordia mediante su propuesta de internacionalizar la zona. “La sugerencia peruana no se ajusta ni a la consulta precisa de Chile, ni a las disposiciones del Tratado de 1929”, dice el informe de los delegados chilenos Philippi y Enrique Bernstein.

El Perú excedió las atribuciones que le da el Protocolo Complementario del Tratado de Lima, empero, lo que en realidad molestó a Chile fue que su planteamiento disponía la modificación de la soberanía de territorios que ya habían sido definidos en 1929 como chilenos. Chile ofreció soberanamente a Bolivia parte de su territorio —consideró Santiago—, pero nunca se habló de que Perú tenga que formar parte de la fórmula más allá del consentimiento que debía dar o negar.

Sin embargo, es interesante que la propuesta chilena de Charaña daba una línea costera a Bolivia de 8 km, mientras que la propuesta peruana (más allá de que a Perú no corresponde hacer propuestas) era de 16, de modo que el corredor llegaba al casco norte de Arica y por tanto al puerto, lo que le hubiese dado al país llegada por territorios soberanos al actual puerto de esa población, el cual habría tenido una administración trinacional.

La propuesta peruana inviabilizó Charaña, eso es claro; no obstante, hay que rescatar que Perú habló de alternativas. Si bien la respuesta peruana fue del todo negativa para el arribo a un acuerdo Bolivia-Chile, no fue tan categóricamente negativa como la del canciller peruano Melitón Porras en 1920. Ahora daba alternativas que no negaban el corredor, sino que —aunque no tenía competencia para ello— modificaban su forma. En 1920, Melitón Porras dijo no de modo terminante: “El Perú está dispuesto a no ceder sus derechos sobre las provincias irredentas en favor de Bolivia o de cualquier otro país ni a escuchar siquiera proposición alguna al respecto”. En 1975-1976 eso cambió. En verdad Perú, al menos en lo declarativo, siempre tuvo una posición abierta y nunca más en la historia sostuvo lo señalado por Porras en 1920.


"EN CHARAÑA, BOLIVIA TUVO LA MAYOR POSIBILIDAD DE TENER UN CORREDOR SOBERANO"

"Que se condicione una relación diplomática a un tipo de conversación implica poner eventualmente la imposibilidad de recorrer algún camino, porque es evidente que las relaciones diplomáticas no pueden ser condicionadas a una forma de abordar temas que interesan a los países".
Lunes 9 de febrero de 2004

Carolina Miranda
Para una de las más importantes especialistas en temas fronterizos que tiene Chile, la situación con la demanda boliviana de recuperar el acceso soberano al mar es simple: La Paz nunca estuvo tan cerca de cumplir su deseo como en 1975, cuando los ex hombres fuertes de Chile, Augusto Pinochet, y del país vecino, Hugo Bánzer, se reunieron en Charaña.
Sin embargo, según María Teresa Infante el acuerdo fracasó debido a la posición peruana y a la falta de apoyo interno en Bolivia. Hoy, 29 años más tarde, cuando Bolivia reflota una vez más el conflicto, la embajadora y ex directora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile explica que si bien se pueden explorar otras alternativas, éstas no tienen el carácter reivindicatorio del corredor marítimo.
-El Presidente de Bolivia, Carlos Mesa, ha propuesto negociar con Chile retomando el espíritu de Charaña, de 1975, y la propuesta de su país de 1987. ¿Eso es factible sin tener relaciones diplomáticas?
-La factibilidad no es algo simple. Tiene que ver con el enfoque que un país quiere dar a la relación con otro y cómo proyectarla de manera viable. Lo regular entre los países es que mantengan relaciones diplomáticas, y que se condicione una relación diplomática a un tipo de conversación implica poner eventualmente la imposibilidad de recorrer algún camino, porque es evidente que las relaciones diplomáticas no pueden ser condicionadas a una forma de abordar temas que interesan a los países. Hay que entender también que la ruptura de relaciones diplomáticas implica un paso hacia atrás muy fuerte y volver adelante significa reconstruir un camino.
-¿En qué consistió exactamente la propuesta de Charaña?
-En esa declaración se dice que Chile y Bolivia van a trabajar temas de interés vital, reconociendo la aspiración marítima boliviana, y se señala que será con resguardo de los intereses vitales de ambos países. En ese esquema se trabaja un corredor soberano para Bolivia con continuidad desde la frontera hasta el mar, que era una especie de trapecio: más ancho en la frontera de Visviri y más angosto hacia el mar, de menos de siete kilómetros de frente de costa, lo que dejaba el ferrocarril Arica-La Paz y el aeropuerto en territorio boliviano. Respecto de él se tenía que definir una serie de elementos que no fueron totalmente definidos: el estatus militar de la zona, los espacios marítimos y las compensaciones. Ese proceso tiene un período de auge y, posteriormente, va declinando.
-Las compensaciones, ¿eran sólo de carácter territorial o incluían temas como agua y minerales?
-En el tema de las compensaciones, Chile planteó que el territorio nacional tenía que quedar en número de kilómetros cuadrados equivalentes. Eso implicaba canje territorial, un elemento sine qua non del corredor, sobre ese elemento finalmente no hubo una definición. En Charaña era sólo canje territorial y podían verse otros aspectos de cooperación; en 1987 Bolivia hace referencia a recursos hídricos y otras materias de cooperación, pero tampoco se alcanzó a trabajar.
-El corredor propuesto en Charaña implicaba consultar a Perú, pues esos territorios le pertenecieron. ¿Qué contestó Perú?
-Después de estudiar un tiempo y de conversar con Chile, Perú hace una contrapropuesta que significa que hay un corredor boliviano hasta la Carretera Panamericana y desde ahí hacia el mar existiría una zona de soberanía compartida con Bolivia y Chile. Además, incluía una internacionalización del puerto de Arica. Esos son elementos novedosos en el estatuto territorial del área.
"Estos dos aspectos, el no compromiso por el canje territorial y la respuesta peruana, produjeron un estancamiento de la negociación muy serio, que llevó finalmente a la imposibilidad de proseguir con Charaña".
-En el fracaso de Charaña, ¿influyó sólo la opinión peruana?
-Sin duda, en el proceso de Charaña hay elementos de dinámica interna de los países que fueron expuestos ante la posibilidad de un acuerdo definitivo y que perdieron respaldo en el caso de Bolivia. Eso es evidente. Las compensaciones territoriales, el involucramiento de un tercer Estado y la posición de Perú no permitieron seguir trabajando una cesión pura y simple de territorio.
"Otro elemento que influye es que se vivía un momento de tensión creciente entre Chile y Argentina por el canal Beagle, post-sentencia arbitral, y se vive una situación de tensión en el cono sur, que felizmente se supera y entramos en una etapa de cooperación".
-¿Charaña fue el punto donde más cerca estuvo Bolivia de tener acceso soberano al mar?
-Indudablemente. Bolivia tuvo la mayor posibilidad de tener un corredor soberano, la mayor cercanía con un acuerdo de carácter político que, sin revisar el Tratado de 1904, daba la posibilidad de un corredor, en Charaña. Pero los elementos para que un corredor sea firme van más allá de la voluntad de un gobierno: tiene que haber firmeza en las comunidades nacionales, locales, regionales.
-En términos realistas, ¿el corredor es a lo máximo a que puede aspirar Bolivia?
-Siempre se puede pensar en otras alternativas de soberanía. En Chile, hay una mayoría muy grande que dice que no se puede cortar el territorio; o sea, que no se podrían dar enclaves o corredores en otra parte del territorio. Entonces, hay una especie de piso muy alto o de techo muy bajo para una visión del tema de soberanía. Todas las alternativas que impliquen la posibilidad de que Bolivia aproveche la cercanía con el Pacífico son temas que pueden explorarse. Lo que ocurre es que desde el punto de vista práctico estos esquemas no son del mismo signo de reivindicaciones de tipo histórico, que es la reconquista de lo que perdió. Por lo tanto, estas otras opciones no son de la envergadura del sentido simbólico que tiene el tema del corredor, que significa escindir la relación entre Arica y Tacna.
-A su juicio, ¿cómo sería recibida en Arica y en Tacna esta posibilidad?
-Hemos observado que no hay respaldo en Tacna y Arica en este momento. No es cuestión de mera voluntad de un gobierno coyuntural. Hoy, Arica es una comunidad que tiene un nivel de desarrollo más avanzado y hay un nivel de distensión muy grande con Perú. Además, tenemos que entender la visión de Lima y de Tacna, porque dijeron que se iba a interrumpir la continuidad que es natural entre Tacna y Arica y que efectivamente existe. En Chile tenemos la obligación de entender cuál es la evaluación que Perú hace del tema y evitar que el gobierno introduzca elementos, en su política exterior, que pueden comprometer no sólo su relación con Bolivia, sino también con Perú.
-Un eventual corredor desembocaría en la playa Las Machas, que parece no reunir las condiciones para instalar un puerto…

-Es la continuación del Chinchorro, que es una playa donde hay actividad de turismo, presencia de Fuerzas Armadas y un circuito de automóviles. Con un apoyo de ingeniera útil siempre es posible hacer un puerto, sacando el frente muy adentro.
-¿Y en qué consistían las negociaciones de 1987?
-En 1987 se ausculta la posibilidad de revivir Charaña. Hubo un planteamiento boliviano con alternativas en que había un corredor o enclaves en zonas costeras y se proponían áreas que estaban en la Primera y Segunda Región. Los enclaves eran con soberanía, pero la petición boliviana no se alcanzó a explorar.
-¿Por qué fracasaron esas conversaciones?
-En ese proceso sólo intervienen Chile y Bolivia, pero careció de sostén político interno. En Chile, estábamos en la última etapa del gobierno militar y, en general, las fuerzas políticas fueron contrarias a dar respaldo al gobierno para seguir adelante las conversaciones. Entonces, el segundo proceso fue muy frustrante, no alcanzó a prender y quizás hubo ahí un paso anticipado de las diplomacias chilena y boliviana, que creyeron contar con los respaldos políticos suficientes y no fue así.
-Se dice que la Armada estaba en desacuerdo…

-Fue una falta de respaldo un poco más amplia en Chile. Lamentablemente, ese proceso llegó muy lejos en Bolivia, donde fue tomado como una aproximación muy seria, pero es muy importante, en la relación con Bolivia, contar con una base política amplia para abordar estos temas que son de una envergadura distinta. Entonces, el tema no alcanzó a madurar y Bolivia quedó frustrada, porque estimó que no había habido una posición clara de parte de Chile.
-¿Por qué si se estuvo tan cerca de un acuerdo en dictadura, éste parece tan lejano en democracia?
-Porque en democracia, los gobiernos deben atender a las comunidades locales y sus esquemas de desarrollo. La democracia tiene la obligación de ver de qué manera se pueden mejorar las relaciones con Bolivia sin interrumpir las relaciones con Perú.
-En la cumbre de Monterrey se conoció una propuesta de Argentina y Brasil para solucionar la mediterraneidad boliviana: el corredor por la paz. ¿Qué antecedentes existen de ello?
-Es una propuesta que se dio a conocer por la prensa. Personalmente no tengo más conocimiento que lo publicado y no fue una propuesta conocida a nivel oficial al cual yo tenga acceso. En todo caso, hay etapas en la historia en que ha habido iniciativas de otros países para diferentes puntos territoriales entre Chile y Bolivia, pero Chile nunca ha aceptado que haya una iniciativa de un tercer estado o un organismo internacional en las relaciones chileno-boliviana.

Se reaviva la oferta de Charaña, y Perú surge como factor clave

Tras el fallo de La Haya sobre el litigio Perú-Chile, queda fortalecida la oferta chilena de un corredor soberano para Bolivia al norte de Arica; además queda claro que en el conflicto, el Perú juega un rol importante.

La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:08 / 09 de febrero de 2014
El fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sobre el litigio marítimo entre Perú y Chile deja dos llamadas de atención para perfilar con mayor eficacia la demanda boliviana ante ese tribunal: que la mención chilena de las negociaciones de Charaña de 1975 a 1977 —que ofrece al país un corredor al norte de Arica— es la base para cualquier futura negociación entre Bolivia y Chile, sea ésta obligada por una sentencia de la CIJ o no, y que Perú es un jugador clave para pensar en una futura salida al océano Pacífico.

En la sentencia de marras, entre los párrafos 131 y 133 (apartado G) aparece un alegato presentado por Santiago que se refiere a la negociación de Charaña, mediante la cual Chile ofreció al país (1975-1976) una salida al Pacífico a través de un corredor soberano al norte de Arica.

Es decir, Chile, en su argumentación, incluyó a Bolivia en el conflicto con Perú, cuando el país no había pedido una “tercería”. Esto muestra a la CIJ que existe un tercer país concernido. “Ha quedado nuevamente claro que éste es un tema de tres países y no de dos”, dice Walker San Miguel, excónsul de Bolivia en Santiago de Chile.

Explica que cuando Chile hace mención a las negociaciones de Charaña, “le dice a Perú que Bolivia ya había pedido un acceso al mar por esa zona”, por ende, Bolivia mandó una nota manifestando un interés y la Corte ha tomado nota de esto.

Adicionalmente, el fallo en el juicio “revitaliza” el Protocolo Complementario del Tratado de Lima de 1929. Aparentemente —desarrolla San Miguel— el tratado le cierra a Bolivia la salida pensándose que “Perú tenía la llave del candado y que el candado lo puso Chile”, pero se ve lo contrario, pues el Tratado de Lima “explicita que Bolivia tiene que salir al mar cuando se dice que si Chile entrega una parte de tierra a una tercera potencia en el futuro, tiene que consultar a Perú. Esa consulta se ha materializado en las negociaciones de Charaña”.

Al respecto, el martes, la embajadora de Perú en Bolivia, Silvia Alfaro, dijo que su país no tiene “ninguna llave” en el diferendo boliviano-chileno y que éste es un asunto bilateral.

En 1879, Bolivia perdió ante Chile 120.000 kilómetros cuadrados de territorio y 400 kilómetros de costa, lo que dejó al país sin acceso al mar. Esta condición estuvo a punto de revertirse con las negociaciones de 1950 y 1975, que se basaron en el Tratado de 1929 que Chile y Perú firmaron para delimitar su frontera. Según el documento, Santiago puede ceder “en favor de una tercera potencia” territorios que le pertenecieron a Perú, pero en consulta con Lima.

Para el expresidente Carlos Mesa, que coincide con San Miguel en esto, el fallo “deja en claro” que Bolivia no puede “pretender” que el único interlocutor para lograr un acceso soberano al mar sea Chile. “Se tiene que entender que Perú es un jugador tan importante como Chile”. Para lograr esto propone formar un equipo del “más alto nivel” —que incluya a la Embajada en las Naciones Unidas, la Embajada en la Organización de los Estados Americanos, la Embajada en Perú y el Consulado General en Chile— y “acompañe” al nombramiento del agente especial de Bolivia ante La Haya, Eduardo Rodríguez Veltzé. Considera este aspecto como un “punto débil” que puede ser subsanado, “considerando los años que se van a necesitar para conocer el fallo de La Haya”.

El historiador y diplomático Ramiro Prudencio recuerda que si Chile acepta dar un corredor al norte de Arica, se tiene que consultar al Perú de acuerdo con el Tratado de 1929. Por eso, “siempre debemos tener una muy buena relación con Perú, y más aún después del fallo, porque más allá de las 80 millas del potencial mar boliviano viene el mar peruano y se deberá negociar el libre tránsito”.

Es “obvio” que, para concretar cualquier transferencia de territorios al norte de Arica, es “indispensable” el consentimiento del Perú, secunda el excanciller Javier Murillo, que recuerda que así lo determina el Protocolo Adicional al Tratado de 1929.

En su criterio, es también “obvio” que la responsabilidad de obtener dicho consentimiento corresponde a Chile y no a Bolivia (pues según el tratado, es ese país el que debe pedir el permiso); no obstante, “hay que continuar con el proceso histórico de un permanente acercamiento con el Gobierno de Lima, en mérito a los profundos y múltiples lazos que unen a los pueblos de Bolivia y el Perú”.

Charaña. Lo segundo es que, por efecto de una mención en la CIJ en la memoria chilena, quedan reposicionadas las negociaciones de Charaña. Ha puesto sobre la mesa la negociación “más importante entre Chile y Bolivia sobre el conflicto pendiente de un acceso libre y soberano al mar para el país”, califica Prudencio, también autor del trabajo titulado Historia de la negociación de Charaña. La más importante negociación del siglo XX sobre el problema marítimo (2011).

“Lo que hace a este acercamiento, el de mayor significación de la historia, es que fue la única oferta concreta y específica, pues se habla de un corredor y su extensión”, continúa. La negociación de Charaña se inició el 8 de febrero de 1975 con el Acta de Charaña, firmada por los dictadores Hugo Banzer, de Bolivia, y Augusto Pinochet, de Chile. El documento tenía la pretensión de sentar las bases para solucionar el problema marítimo boliviano.

El embajador Guillermo Gutiérrez, en agosto de 1975, entregó al canciller chileno Patricio Carvajal una ayuda memoria con la propuesta boliviana: un corredor al norte de Arica y un enclave de 50 kilómetros de extensión en una zona próxima a Iquique, Antofagasta o Pisagua.

En diciembre de 1975, el diplomático chileno respondió con la propuesta de cesión soberana de un corredor al norte de Arica con continuidad territorial hasta el mar y con una extensión de costa de ocho kilómetros.  “Esta oferta es la más importante, porque es la más concreta”, dice Prudencio. Antes se hablaba de “solucionar el problema”, pero no se decía qué se iba a negociar.

Lo que significó Charaña —según San Miguel— es que Chile dijo a Bolivia: “Quiero solucionar tu enclaustramiento, para lo que voy a consultar qué dice Perú”. El vecino andino dijo que sí, que diera a Bolivia el corredor; solo que puso la condición de la trinacionalidad, lo que sumado a las “aristas” (condiciones de Chile) detuvo la solución.

Chile puso tres condiciones (“aristas”) que Bolivia inicialmente aceptó, pero a las que la opinión pública se opuso. Las tres “aristas” eran las siguientes: Chile recibiría una compensación territorial equivalente al mar territorial que se daba a Bolivia, La Paz autorizaría a Santiago aprovechar la totalidad de las aguas del río Lauca y el territorio cedido por Chile sería declarado Zona Desmilitarizada.

Según el libro Chile y Bolivia: entre el abrazo de Charaña y sus relaciones económicas, 1975–1990, del historiador chileno Máximo Quitral Rojas, Pinochet estuvo abierto a negociar con Bolivia por tres razones: 1) Chile vivía un momento de aislamiento internacional por la ruptura de la democracia (recuérdese que fue expulsado del G77 y de diferentes organizaciones internacionales a las que pertenecía), 2) la afinidad ideológica con el régimen de Banzer y 3) mejorar su situación geopolítica, pues tenía tensión con Argentina (por el litigio sobre las islas Nueva, Picton y Lennox) y con Perú (por rumores de guerra con ese país).

Sea cierta o no esta interpretación, da qué pensar que hayan sido dos de los dictadores más sangrientos de Sudamérica los que hayan estado a punto de lograr un acercamiento diplomático que conduzca a una solución del conflicto marítimo. Precisamente fue esto último lo que cuestionó el líder de la tercera fuerza política de Chile, Marco Enríquez-Ominami, en su visita a La Paz.

Dijo que Evo Morales y Michelle Bachelet deben “superar a Banzer y Pinochet”. “No es razonable que dos dictadores crueles, sangrientos y reaccionarios, como Banzer y Pinochet, hayan sabido discutir del mar. Los dos peores dictadores de estos países se juntaron y hablaron del mar; (entonces) dos presidentes electos democráticamente también podrían superar a dos dictadores”, puso en parangón.

En ese mismo sentido, San Miguel ratifica que las negociaciones futuras tendrán que ser en función a lo ofrecido durante Charaña y añade que las “aristas” ya no tendrían por qué ser las mismas, ya que “los tiempos han cambiado”. Sobre la desmilitarización de la zona de potencial cesión, señala que el factor militar “ya no es importante, pues esa época se hablaba de guerra de Chile con Argentina y Perú. Hoy tal cosa es más que remota”.

Otra consideración chilena en los años 70 que no figuraba entre las tres “aristas” principales fue que la construcción de un puerto boliviano al norte de Arica haría competencia al puerto chileno de esa ciudad. “Esto ya no es posible, pues el puerto de Arica tiene una sobredemanda que no puede abastecer. Está colapsado, por lo que un nuevo puerto boliviano ayudaría a la ciudad y daría trabajo”.

No obstante, más allá de un posible reencauce del diálogo bilateral, pensando en la demanda boliviana en La Haya, la mención de Charaña en las memorias de Chile “es importante, aunque no fue tomada en cuenta para el fallo, si bien ha quedado como antecedente”, dice Prudencio.

Lo que sugiere el diplomático que se debe hacer ahora es “no esperar un fallo en La Haya para negociar con Chile”, pues la CIJ “lo máximo” que sancionará es precisamente que Chile negocie. “También es necesario que los bolivianos comprendamos que para tener un corredor, Chile va a querer una compensación territorial, porque ningún chileno va a aceptar lo contrario”. “Bolivia debe tomar la iniciativa para el diálogo, porque es Bolivia la que tiene el problema de la mediterraneidad y no Chile ni Perú”.

San Miguel, en cambio, propone que Bolivia ahora debe fortalecer los lazos económicos y políticos con el Perú. “No con un ánimo de ‘dos contra uno’, como fue en el siglo XIX y XX, sino en un ánimo de plena integración”. En el caso de Perú, sugiere un potenciamiento de las relaciones por la cercanía geográfica, por las similitudes culturales y la historia común. “Con Chile también, pues la demanda boliviana no es agresiva, se pide que se negocie de buena fe”.

Entonces, el fallo reciente ha vuelto a poner sobre la mesa las negociaciones de Charaña, además de que llama la atención al país acerca de no descuidar las relaciones con el Perú. Como conclusión final es rescatable la posición de San Miguel, quien nota que Chile y Perú, a partir de la sentencia de la CIJ, trabajarán en integrarse; Bolivia “no tiene que estar al margen de este proceso”.

Esta sugerencia ratifica la posición boliviana de que la demanda internacional es un recurso pacífico no hostil.  El 17 de abril, Bolivia debe presentar sus memorias ante la CIJ de La Haya, trámite similar que hará Chile en respuesta en febrero de 2015.

‘Estas referencias (a Charaña) son útiles’: Eduardo Rodríguez Veltzé, agente de Bolivia en La Haya

La Corte hizo referencia a la negociación de Charaña y también a otras de orden histórico, éstas son referencias útiles para la presentación de la memoria y van a ser analizadas para examinar cómo se las utiliza. Bolivia avanza en una gestión judicial ante la Corte Internacional de Justicia con un objetivo preciso (3 de febrero, tras la reunión del Consejo Marítimo).

‘Perú es un jugador tan importante como Chile’: Carlos Mesa, presidente de Bolivia de 2003 a 2005

El fallo de la Corte Internacional de Justicia en el litigio entre Perú y Chile deja en claro que Bolivia no puede pretender que el único interlocutor para lograr un acceso libre, útil y soberano al mar sea Chile. Bolivia tiene que entender que Perú es un jugador tan importante como Chile, y no se está haciendo nada en esa dirección. Debe haber un equipo del más alto nivel para ello.

‘Lo positivo es que se ha fallado en equidad’: Ramiro Prudencio, diplomático e historiador

Para Bolivia hay un punto positivo y uno negativo en el fallo de la Corte. El positivo es que se ha fallado en equidad —y no en derecho— para que ambos países (Perú y Chile) tengan ventajas. Lo negativo es que se ha cortado el posible mar territorial boliviano que ahora sólo llegaría a 80 millas. Sin embargo, esa zona es la de mayor riqueza piscícola de la zona.

‘Ahora Bolivia debe tomar la iniciativa’: Walker San Miguel, excónsul de Bolivia en Chile

Tras el fallo, Bolivia debe tomar la iniciativa: plantearle a Chile que negocie de buena fe una salida soberana al mar sobre la base de Charaña, lo cual ha sido reforzado por Chile al mencionar esto en la Corte. En la mesa también se tiene que sentar el Perú —por ser un tema de tres Estados— fortaleciendo los lazos políticos y económicos con este país en ánimo integrador.

EL LIBRO DEL MAR” HACE UN REPASO DE LAS DIFERENTES OFERTAS CHILENAS

Chile hizo al menos 13 promesas para negociar una salida al mar
Los compromisos plasmados en documentos de autoridades del vecino país fueron realizados antes y después de la firma del Tratado de Paz de 1904.

domingo, 22 de junio de 2014
Chile hizo al menos 13 promesas para negociar una salida al mar Archivo. Choquehuanca y Moreno en la última negociación en 2010. Juan Carlos Véliz M. /  La Paz
Transferencia de territorios, promesas de iniciar negociaciones, admisión de que Bolivia necesita de una salida al mar, oferta de un corredor de cuatro kilómetros de ancho, concesión de una franja territorial y una costa marítima soberana son algunos de los 13 compromisos que hizo Chile antes y después de la suscripción del Tratado de 1904.
El Libro del Mar, presentado la pasada semana por el Gobierno boliviano, hace un repaso de estas ofertas que están documentadas y refuerzan los argumentos de Bolivia para demandar a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
"Antes y después de la suscripción del Tratado de 1904, Chile se comprometió a no dejar a Bolivia sin un acceso soberano al océano Pacífico a través de compromisos unilaterales y bilaterales”, se lee en parte del libro.
Una de las primeras referencias son los tres tratados firmados por Bolivia y Chile el 18 de mayo de 1895, cuando ya habían cesado las hostilidades de la  guerra del Pacífico. En uno de ellos "Chile se comprometió a transferir a Bolivia Tacna y Arica en las mismas condiciones que los adquiriese, o en su defecto, la Caleta Vítor hasta la Quebrada de Camarones sino pudiese transferir aquellos territorios”.
Durante la Conferencia de París de 1919 y en la Liga de las Naciones, entre 1920 y 1922, Bolivia planteó su reclamo por primera vez en un foro multilateral.
En respuesta, el representante chileno Agustín Edwards ofreció iniciar negociaciones directas con Bolivia para abordar la cuestión de su enclaustramiento marítimo.  Después el delegado chileno Manuel Rivas Vicuña, mediante una nota dirigida a la Liga de las Naciones, reafirmó el compromiso chileno de entrar en negociaciones  con Bolivia.
En 1920, el diplomático chileno acreditado en Bolivia, Emilio Bello Codesido, suscribió un acta con el canciller boliviano Carlos Gutiérrez dejando establecido que existía por parte de Chile "el mejor deseo” de procurar un acuerdo que le permita obtener una salida al mar independientemente de lo establecido en el Tratado de 1904, refrendado bajo presión de Chile que exigió firmar un tratado definitivo de paz.
Bello Codesido, debidamente autorizado por su gobierno, reconoció la necesidad del país de tener una salida marítima y presentó una propuesta concreta: Chile está dispuesto a procurar que Bolivia adquiera una salida propia al mar cediéndole una parte importante  al norte de Arica y de la línea del ferrocarril que se hallaba en los territorios que fueron sometidos al veredicto del plebiscito como se acordó en el Tratado de Ancón, firmado entre Chile y Perú en 1883.
El Libro del Mar también hace referencia a que en junio de 1922, el presidente chileno Arturo Alessandri comunicó al Congreso de su país  que era consciente de la necesidad de llegar a una solución bilateral con Bolivia a través de negociaciones directas y que Bolivia podía tener la convicción de que encontraría en Chile un cordial deseo de buscar fórmulas de solución a su enclaustramiento marítimo.
Otro de los compromisos de Chile se remite al año 1923. En respuesta a las gestiones de autoridades bolivianas en Chile, el canciller chileno Luis Izquierdo señaló mediante notas del 6 y 22 de febrero de 1923 que de acuerdo con las expresiones del Presidente de su país y las declaraciones de su representante ante la Liga de las Naciones, el vecino país  podría celebrar un nuevo pacto que consulte la situación de Bolivia sin modificar el Tratado de 1904 y sin interrumpir la continuidad de su territorio.
Contrariamente a estas acciones asumidas por autoridades chilenas en el pasado, actualmente y tras la presentación de la demanda boliviana La Moneda indica que no tiene ningún asunto pendiente con Bolivia.
Empero, El Libro del Mar devela que hay más pruebas que demuestran que Chile reiteró en varias ocasiones su compromiso de  conceder una salida al mar o la construcción de un puerto, pero que no cumple hasta ahora.
Una de esas pruebas es la propuesta de división de los territorios de Arica y Tacna presentada por el embajador de Chile en Washington, Miguel Cruchaga, al secretario de Estado de los EEUU, Frank B. Kellogg.
Según esa propuesta, Tacna quedaría para Perú, Arica para Chile y se cedería a favor de Bolivia un corredor de cuatro kilómetros de ancho, pero esta oferta no fue concretada como otras hasta que llegó 1975, cuando Chile, en el gobierno de Augusto Pinochet, propuso la cesión de costa marítima a cambio de que Bolivia ceda otros territorios, pero las negociaciones quedaron empantanadas nuevamente.


2010 se hizo el último intento de diálogo con Chile en el marco de la agenda de 13 puntos.

Las 13  promesas
Tratados de 1895  Chile se comprometió a transferir a Bolivia las ciudades de Tacna y Arica.
Liga de las Naciones Ofreció iniciar negociaciones directas con Bolivia para abordar el tema marítimo.
Acta de 1920 Propuso ceder una zona importante al norte de Arica para una salida al océano Pacífico.
Alessandri El 1922, el mandatario chileno expresó que existe el deseo de encontrar fórmulas de solución.
Notas  En 1923, el canciller Izquierdo planteó que Chile podría celebrar un nuevo acuerdo sin alterar el Tratado de 1904.
Propuesta de 1926 Se planteó la posibilidad de ceder a  Bolivia un corredor de cuatro kilómetros.
Una circular En 1926, el canciller chileno Beltrán Mathieu expresó la intención de transferir a Bolivia una parte del departamento de Arica.
Faja y puerto En 1926, el canciller Jorge Matte manifestó que se puede conceder una faja de territorio y un puerto.
Fórmula En 1950 se intercambiaron notas para entrar formalmente en una negociación directa por el tema mar.
Memorándum En 1961, Chile presentó un memorándum ratificando su obligación de negociar el tema mar.
Charaña En 1975, Chile propuso ceder a Bolivia una costa marítima soberana y una franja territorial a cambio de canje de territorios.
OEA Durante la IX Asamblea General de la OEA en 1979, Chile expresó su disposición a negociar con Bolivia.
13 puntos Se hacen ofertas de una salida soberana, pero el diálogo se quiebra en 2010.

Cronología

El Libro del Mar hace referencia  de todos los acontecimientos importantes que marcaron el curso de la demanda boliviana. Aquí se registra sólo algunos puntos.

1825 Bolivia nace a la vida republicana con una salida al mar, estableciendo su territorio sobre la antigua jurisdicción de la Audiencia de Charcas de acuerdo al principio de uti possidetis juris de 1810.

1833 El Tratado de Amistad, Comercio y Navegación suscrito entre Bolivia y Chile reconoce la soberanía marítima de Bolivia en el océano Pacífico mientras Chile en 1842 declara su propiedad de las guaneras de Bolivia.

1879 Chile invade militarmente  el puerto  de Antofagasta, desconociendo el mecanismo de arbitraje acordado en 1875 como medio de solución de cualquier controversia.

1919-1922 En la Conferencia de Paz de París y en la Liga de las Naciones, Bolivia plantea su reclamo marítimo y Chile ofrece entablar negociaciones directas.

2013 Bolivia demanda a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para que esta obligue al Gobierno chileno negociar de buena fe una salida soberana al océano Pacífico.



El despropósito boliviano, por Hugo Guerra
No caben forzadas fraternidades ante este caso artificioso de los bolivianos
22 DE ABRIL DEL 2014 | 07:08

La demanda presentada por Bolivia contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia es un despropósito jurídico en el cual el Perú no debe involucrarse.

Tras la infausta Guerra del Pacífico (en la cual los bolivianos arrastraron a nuestro país y de la cual se separaron vergonzosamente cuando todavía seguían los combates), Bolivia perdió Antofagasta, con unos 120.000 kilómetros cuadrados de territorio y 400 kilómetros de costa. En 1884 (un año después del Tratado de Ancón) las relaciones chileno-bolivianas se restablecieron por el Pacto de Tregua. En 1904 esos dos países suscribieron su Tratado Definitivo de Paz y Amistad. Sin embargo, en el ínterin, entre 1895 y 1896 La Paz y Santiago intentaron acuerdos, finalmente frustrados, para que los bolivianos se apoderaran de Tacna y Arica en caso de que Chile se asegurara la definitiva posesión de dichas provincias peruanas por entonces cautivas.

En 1929 el Tratado de Lima, que devolvió Tacna a la peruanidad, estableció en su protocolo complementario que los gobiernos del Perú y de Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que quedan bajo sus respectivas soberanías. Por eso la solución a la mediterraneidad boliviana es inviable salvo que los chilenos cedan parte de su propio territorio, tal como se pudo concluir tras el también frustrado Acuerdo de Charaña de 1975 entre Banzer y Pinochet.

De 1978 a inicios del 2000 las relaciones chileno-bolivianas se degradaron. En el 2006 se estructuró una agenda ya estancada de 13 puntos, entre los cuales destacaron la eventual provisión de gas para Chile y la exploración de una nueva fórmula de salida al mar y la nueva frustración ha determinado que el gobierno de Evo Morales finalmente presente una demanda ante la CIJ. El reclamo histórico apunta a conseguir un “acceso soberano y útil al Pacífico sin compensación territorial” y exige que exista una “obligación de buena fe” de negociar una salida soberana al mar, sobre la base de ofrecimientos anteriores.

Es cierto que en 1979 la ONU aprobó una resolución que insta a tal negociación, pero jurídicamente el Pacto de Bogotá impide que las partes se refieran a temas resueltos antes de 1948; y sería grave que la CIJ revisara el tratado de 1904 por temas jurisdiccionales porque las fronteras solo pueden modificarse de común acuerdo y no coactivamente. Además, fuera de su emotividad, son irrelevantes jurídicamente las declaraciones paceñas respecto a que dicho tratado fue “injusto, ilegítimo, impuesto e incumplido”. Chile, además, tiene hasta febrero del 2015 para presentar su contramemoria en este caso, sustantivamente diferente al diferendo marítimo ya sentenciado peruano-chileno.

El Gobierno de Lima debe, frente a esto, mantenerse absolutamente al margen porque, salvo cautelar que no se afecte nuestra soberanía en los términos establecidos en 1929, la imparcialidad y el prudente escepticismo deben ser nuestra norma. Recordemos, a propósito, que arteramente Evo Morales consideró que nuestra causa de delimitación marítima era una manipulación “para afectar una de las posibles soluciones a nuestro pedido histórico”. No caben, pues, forzadas fraternidades ante este caso artificioso de los bolivianos.


El corredor boliviano
16 de Abril de 2014
Escribe:

Antonio Zapata
Bolivia acaba de presentar su demanda contra Chile en la Corte Internacional de La Haya. Así, ambas naciones inician el camino que chilenos y peruanos acabamos de culminar. Ante ello, debemos considerar la posibilidad de un triunfo boliviano, y en ese caso que La Haya obligue a Chile a negociar una salida al mar. Si se presenta esa situación, Chile ofrecería un corredor al norte de Arica. Lo ha hecho en anteriores ocasiones. La demanda boliviana se basa precisamente en esos ofrecimientos previos, sustentando que Chile lo lleva “meciendo” más de medio siglo. Por ejemplo, Chile y Bolivia negociaron en 1950, cuando ambos países llegaron a intercambiar notas diplomáticas para concretar el corredor. Sin embargo, la iniciativa se frustró porque Chile pretendió una compensación que Bolivia rechazó. La negociación se repitió en los años setenta. En ese entonces, los gobiernos de Chile y Bolivia eran dictaduras militares de derecha que
compartían una postura anticomunista, firmemente alineada con los EEUU de la Guerra Fría. Esas coincidencias los llevaron al abrazo de Charaña, donde personalmente Pinochet y Banzer acordaron una salida. Luego, en virtud del Tratado de 1929, Chile consultó la aceptación del Perú a la propuesta de cederle a Bolivia un corredor al norte de Arica. La cancillería peruana elaboró una contrapropuesta, pero el gobierno chileno la rechazó antes de considerarla, argumentando que al Perú le cabía asentir o rechazar,pero no podía plantear una nueva salida. El Perú había aceptado el corredor hasta las inmediaciones de Arica. A partir de ahí, toda la zona urbana y su muelle los compartiríamos los tres países. La propuesta peruana era ingeniosa y escondía un rechazo a la idea de un corredor boliviano que separe al Perú de Chile. Afortunadamente, nuestra contrapropuesta no fue la causa de la ruptura entre Chile y Bolivia. Al igual que en la
negociación anterior, Santiago planteó una compensación y La Paz no estaba dispuesta a aceptar. Como consecuencia, Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Chile a nivel de embajadores y no se han restablecido hasta el día de hoy. Pasados los años, sobreviven dificultades. En primer lugar, la tradicional razón histórica. Durante sesenta años, el Perú no tuvo frontera con Chile, por la presencia de Bolivia, desde la independencia hasta la Guerra del Pacífico. En ese lapso hubo dos guerras internacionales; ambas libradas en y perdidas por el Perú. Mientras que, desde entonces y por 140 años, hemos sido limítrofes con Chile y no hemos tenido ninguna guerra. Por otro lado, la elevada volatilidad de la política boliviana hace temer por su control de una franja de terreno tan delgada e interpuesta entre Chile y el Perú. En tiempo de narcotráfico, contrabando y otros negocios ilegales, una triple frontera puede ser muy complicada. Asimismo,
Tacna y Arica constituyen una unidad geoeconómica, ahora mismo dividida en dos países. No obstante, en los últimos años han acentuado su interconexión. Esa dinámica, tan trabajosamente lograda por las sociedades locales, ¿se pondría en riesgo por la presencia de un tercer Estado en la zona? Por ello, el Perú nunca ha visto con entusiasmo la propuesta de un corredor para Bolivia al norte de Arica. En voz baja se recomienda otra opción, por ejemplo un puerto para Bolivia al sur de Arica, con soberanía altiplánica, pero tipo enclave, sin continuidad territorial. Lo mejor para el Perú sería tener voz en este asunto. Pero, la postura tradicional sostiene que es un asunto bilateral entre Chile y Bolivia y que el Perú solo intervendrá si llegan a un acuerdo. Esta posición es cómoda, pero bloquea la iniciativa en un terreno donde están en juego importantes intereses nacionales. Al Perú sí le conviene que Bolivia salga al mar, para que se
estabilice una frontera que lo involucra. Nuestra mejor opción es una salida al sur de Arica, sin romper la vecindad entre Chile y el Perú, que la historia muestra como garantía de la paz internacional.

Antecedentes y opciones de un proceso jurídico complejo

Fernando Molina
El País
VIERNES 29 DE MAYO DE 2015

LA PAZ.- Abogados de Bolivia y Chile empezaron ayer a comparecer ante la Corte Internacional de La Haya para presentar alegatos a favor y en contra de que esta corte se declare competente para analizar una demanda en contra de Chile que busca obligar a este país a negociar "de buena fe" la salida "soberana" de Bolivia al mar. Éstas son las claves del proceso:

En 2013, el gobierno boliviano presentó una demanda ante la Corte Internacional de La Haya en contra de Chile, la cual busca obligar a este país a negociar "de buena fe" la salida "soberana" de Bolivia al mar. Evo Morales anunció que haría esta demanda en 2011, después de declarar frawwcasada la negociación sobre 13 puntos, entre ellos el marítimo, que había iniciado con Michelle Bachelet durante la primera gestión de la mandataria. La demanda es la última de una larga serie de acciones tomadas por Bolivia para recuperar la "cualidad marítima" que perdió en la Guerra del Pacífico, en la que Bolivia y Perú fueron derrotados por Chile.

¿Qué se decide ahora?

Chile planteó una "objeción previa" a la vista de la demanda por la Corte de La Haya. Pidió que ésta no fuera admitida, con el argumento de que afectaría a un tratado de límites que ambos países firmaron en 1904, siendo que la jurisdicción de este tribunal corre desde 1948 en adelante. Por su parte, Bolivia asegura que su demanda no pretende cuestionar este tratado de límites y en cambio se origina en los "derechos expectaticios" que generaron a su favor los ofrecimientos realizados por Chile a lo largo del tiempo para resolver el diferendo marítimo entre ambos países.


¿Qué alega Bolivia?

Que Chile debe cumplir el ofrecimiento que le hizo en varios momentos de facilitarle una salida soberana al mar. En particular se refiere a la "negociación de Charaña" (población fronteriza que se hizo célebre por el encuentro allí, en 1975, de los dictadores Augusto Pinochet y Hugo Banzer), en la que Pinochet ofreció a Bolivia un corredor hacia el Pacífico sobre la frontera chileno-peruana, a cambio de la misma cantidad de territorio boliviano. La negociación fracasó por la resistencia de la población boliviana al canje territorial y por la simultánea oposición del Perú, que tenía derecho de veto, puesto que el territorio chileno que iba a traspasarse a Bolivia había sido peruano antes de la Guerra del Pacífico.


¿Qué alega Chile?

Que los ofrecimientos que hizo a Bolivia, pero que no acabaron en un acuerdo, no pueden generar derecho, porque restringiría la facultad de los países de explorar soluciones innovadoras a sus problemas internacionales y se los condenaría a seguir un libreto invariable. Cree que la corte debe inhibirse de actuar, dada la naturaleza "osada" de la demanda.

¿Qué tiene que ver este proceso con el juicio de Perú a Chile?

Entre 2008 y 2014, la Corte de La Haya trató una demanda de Perú contra Chile en torno al territorio marítimo fronterizo, y finalmente devolvió a la soberanía peruana 50.000 km2 de mar. Este juicio es el antecedente directo de la acción boliviana, porque mostró que por esta vía podían obtenerse concesiones de Chile.

¿Quiénes participan?

Ambos países han enviado a La Haya a sus cancilleres y equipos de diplomáticos, parlamentarios y juristas nacionales e internacionales. La delegación boliviana cuenta con dos ex presidentes, Rodríguez Veltze y Carlos Mesa. Los alegatos se transmiten en vivo por TV. Morales ordenó embanderar las casas durante toda esta semana.

¿Cómo están hoy las relaciones bilaterales?

Entre 2006 y 2010, el tiempo que duró la negociación de los 13 puntos, se produjo un deshielo de las relaciones sin precedente, formalmente rotas desde 1978, cuando naufragó el diálogo de Charaña. Desde 2011, las acusaciones mutuas y el distanciamiento entre Bolivia y Chile han escalado gracias a las campañas de reivindicación nacionalista de Bolivia y la competencia entre ambas diplomacias para presentar sus visiones del problema a la comunidad internacional.

Otro paso para la reforma política

La medida entraría en vigor sólo dentro de unos años

-¿Qué determina la norma aprobada por la Cámara de Diputados?

-El fin de la reelección para presidente, gobernadores y alcaldes, en uno de los pasos para la propuesta de enmienda constitucional (PEC) de la reforma política liderada por el gobierno.

-¿La norma ya rige?

-No. Deberá ser sometida a una segunda votación en el mismo plenario antes de ser enviada para su debate en el Senado.

-Si se aprobara, ¿los actuales gobernantes ya no podrían presentarse?

-No. La norma prevé un período de transición. Los alcaldes elegidos en 2012 y los gobernadores elegidos en 2014 podrían ser reelegidos.

-¿Y Dilma Rousseff?

-Como fue reelegida en octubre, ya no podría ser candidata otra vez.

-¿Cuáles son los beneficios del proyecto?

Sus defensores creen que generará alternancia en el poder, al impedir que los dirigentes de los partidos más fuertes se perpetúen en sus cargos. También sostienen que la administración dejará de estar guiada exclusivamente por un ánimo reeleccionista.

-¿Y cuáles son las contras?

-En algunos casos, podría conducir a la discontinuidad de políticas públicas, especialmente en proyectos que dependen del largo plazo para tener efecto.

-¿Quién se beneficiaría con el cambio?

-Aún es difícil de pronosticar. Primero, porque sólo entraría en vigor después de 2020. Segundo, porque la norma nunca fue probada tras la vuelta a la democracia. O Globo/GDA


Mesa: Chile ofreció negociar salida al mar en ocho ocasiones desde 1920
Por Anf - Agencia - 6/05/2015

LA PAZ |

El expresidente de Bolivia y vocero internacional de la demanda marítima, Carlos Mesa, señaló este miércoles que Chile ofreció un acceso al mar a Bolivia en ocho ocasiones después de 1920.

En entrevista con la prensa, después de la presentación de los alegatos bolivianos en la sede de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en Holanda, Mesa fue abordado respecto a las ofertas chilenas para retornar al mar. Enumeró que las negociaciones por soberanía propuestas por Chile se generaron en: 1920, 1923, 1926, 1947, 1950, 1961, 1975 y 1983.

El agente ante la Corte de La Haya, el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé, explicó algunos de estos ofrecimientos en los alegatos. En 1920 fue la presentación de un acta de parte de Chile, en 1926 fue el "Memorándum Matte", en 1950 el intercambio de notas, en 1961 el "Memorándum de Truco", en 1975 la declaración de Charaña entre otras "múltiples declaraciones y propuestas del propio Chile".

En esa línea, Mesa dijo que el objeto de la demanda marítima no es poner en tela de juicio el Tratado de 1904, sino demostrar que las autoridades chilenas (presidentes, ministros y embajadores) a lo largo del tiempo establecieron una línea de negociación con Bolivia, ofreciéndole un acceso soberano al mar.

"¿Por qué las autoridades de Chile establecieron de manera voluntaria una línea ininterrumpida por más de siete décadas ofreciéndole un acceso soberano al mar a Bolivia?", se preguntó Mesa, luego de elogiar la participación del equipo jurídico boliviano en la presentación de los alegatos.

Este lunes, a la cabeza de Rodríguez Veltzé, se presentaron los alegatos de Bolivia respecto a la objeción chilena que busca la incompetencia de este Tribunal para abordar la demanda marítima.

Bolivia sostuvo que Chile negoció el acceso al mar a favor de Bolivia antes y después de la firma del Tratado de 1904, por cuanto el tema de la mediterraneidad no fue resuelto a través de este documento. En esa línea, exigió a la Corte rechazar la objeción chilena.